Por David Uriarte /

Ya no es como antes que los gobiernos cedían ante la presión de ciertos grupos de la sociedad, hoy las cosas son diferentes, hoy los inconformes brincan y saltan y caen donde mismo.

Con la seguridad de una mayoría aritmética en las urnas y conscientes de sus excepciones, el gobierno en el poder apuesta a no repetir los esquemas de gestión de conflictos como los gobiernos anteriores.

Algunos conflictos los administra de tal manera que mueren por inanición como el caso de la Agencia de Noticias Mexicana (NOTIMEX), después de más de mil días de huelga decide liquidarla.

Los casos de corrupción en este gobierno se han diluido ante la opinión pública de tal manera que Seguridad Alimentaria Mexicana (SEGALMEX), sólo hizo relevo de mando para continuar sin más problema.

La evidencia más reciente: el caso de corrupción de un elemento de la Guardia Nacional que cobraba ochenta dólares por cada migrante que dejaba pasar en Ciudad Juárez, terminó con la clásica declaración, “estamos haciendo las investigaciones correspondiente”.

‘El poder es el poder’ y mal harían en no aplicarlo o compartirlo, la oposición puede tomar una especie de maestría o doctorado, aprender a través de la enseñanza que ofrecen los modelos de operación política del régimen actual.

El proyecto de reforma de la vida pública, esencia de la Cuarta Transformación, es el mismo del gobierno federal, los gobiernos estatales y locales gobernados por MORENA, los gobernadores o presidentes municipales morenistas, compiten entre ellos para demostrar el cumplimiento fiel del modelo de gobernar.

Ni en los casos lamentables donde hubo muertos como en la mina de carbón en Sabinas, Coahuila, o en la explosión por huachicol en Tlahuelilpan donde hubo 137 muertos, el Presidente ha estado presente, mucho menos cuando los familiares de los normalistas muertos en el caso de Ayotzinapa han tomado las casetas de cobro o bloqueado carreteras; si quieren diálogo, que lo busquen, no son aquellos momentos de su elección.

En Sinaloa los problemas sociales como el de los agricultores que tomaron las instalaciones del Aeropuerto Internacional de Culiacán por 40 horas, no se negocian in situ, el diálogo se condiciona a dos variables: que desistan de la movilización, y que vengan al aposento del poder.

Cuando el Presidente afirma, “ya no es como antes”, tiene toda la razón.