Por David Uriarte /
En todas las actividades existe la dualidad: vocación y habilidad. La vocación es la predisposición a la conducta laboral, la habilidad es la capacidad para el desempeño de la actividad o conducta. Unir vocación y habilidad da como resultado la realización y el éxito personal.
Hay personas cuya vocación forma parte de su identidad, sin embargo, carecen de habilidad para su desempeño, por ejemplo, hay quienes llevan en su sangre el gen del canto, pero su habilidad no valida o sustenta su vocación, por decirlo en términos llanos, son desentonados y tendrán que trabajar mucho para unir las dos variables en términos de funcionalidad.
Otros, tienen una habilidad extraordinaria para desempeñar su trabajo, actividad, o conducta, pero carecen de vocación, en una palabra, no les gusta lo que saben hacer con tanta maestría.
Hay médicos cuya memoria es una verdadera enciclopedia, recitan de memoria signos y síntomas de cientos de enfermedades incluyendo sus tratamientos o abordajes, sin embargo, son unos verdaderos patanes a la hora de interactuar con los pacientes.
Otros médicos son sumamente empáticos con el sufrimiento ajeno, pero carecen del conocimiento suficiente para establecer rutas diagnosticas certeras y tratamientos específicos, son “buena gente” pero muy limitados por utilizar el mejor de los conceptos.
En el campo de la psicoterapia ocurre lo mismo, la psicología clínica es una ciencia que estudia los fenómenos de la mente y sus representaciones, la conducta humana derivada de la personalidad y los procesos emocionales, impulsivos, y cognitivos, así como la capacidad para la vida de relación.
Saber de memoria teorías, autores, técnicas, corrientes, o tendencias, no ratifica la vocación del psicólogo, tratar a los pacientes y saber diferenciar entre aquellos que necesitan educación e información, consejería, o psicoterapia, es la base para saber las propias limitaciones profesionales; aún más, tener las bases clínicas para darse cuenta cuándo hay que derivar a los pacientes con el médico para que reciba además de la psicoterapia, la farmacoterapia o medicamentos necesarios para restablecer las funciones neuro cerebrales, es muestra de una habilidad diagnostica que agradecerá el paciente, su familia y la sociedad.
Todas las personas que dan un servicio deben ser conscientes de su vocación y su habilidad, sobre todo, ser honestas.