Por David Uriarte /                    

Con una maestría extraordinaria, el presidente hace afirmaciones relacionadas con la violencia en Guerrero, es un caso de estudio interesante donde la agilidad mental es tal, que a diferencia de otros discursos, cuando se trata de evidencias estadísticas que reflejan violencia o aumento en la incidencia delictiva, inmediatamente tiene una respuesta con dos componentes, el primero es la afirmación de que todo va muy bien, y el segundo se refiere al pasado como causa de todas las desagracias del país.

Dentro de catorce meses el pasado alcanzará el desempeño político-administrativo de la vida pública de México, su gobierno o como dice el, su régimen político será el pasado, para entonces ¿Cuál y cómo será el discurso presidencial en relación con la inseguridad pública? Quién gobierne el país a partir del 2024, ¿Fincará en el pasado la causa de la incidencia delictiva? Si así fuere, estaría descalificando el trabajo del régimen de presidente López Obrador, o puede limitarse sólo al primer componente de la respuesta del presidente actual y decir: vamos muy bien, aunque la estadística, los números, la realidad y el sufrimiento social digan otra cosa.

El trabajo y programas de López Obrador tienen la mejor intención… sin duda pasará a la historia como uno de los presidentes innovadores de la inercia política de los últimos cien años.

Como un verdadero malabarista, el Presidente esquiva los escopetazos de preguntas hechas a la medida, el que pregunta de antemano sabe la respuesta real, pero espera la reacción atlética y súbita del Presidente, con unos reflejos mentales que hilvanan de inmediato un discurso distractor enraizado en el pasado donde tiene una bodega de argumentos que puede esgrimir por horas y horas.

Es prematuro hacer un juicio del desempeño presidencial ante los medios de comunicación, la verdadera prueba se hará en las elecciones del próximo año, ahí se verá si realmente la ciudadanía está contenta y satisfecha con la realidad del país y con el discurso de su Presidente.

Mientras eso sucede, frases como ¡Vamos muy bien! Seguirán retumbando en Palacio Nacional y en cualquier escenario donde se le cuestione al Presidente la incidencia delictiva en el país.

“Vamos muy bien” puede significar que podríamos estar peor, siempre hay mejores formas de entender una respuesta subjetiva, sin embargo, a veces los números son enemigos de las palabras.