Por David Uriarte /

No es una adivinanza, es la postura ideológica de un partido político que busca espacios en los gobiernos municipales, estatales, y federal; también busca espacios en los congresos locales, el federal, y en la cámara de senadores… Como todos los partidos políticos, busca el poder a través de los gobiernos y las representaciones de la sociedad.

Paradójicamente, este partido es liderado por un hombre de 73 años, con una sólida trayectoria política, actualmente senador de la República. Poco a poco se fueron colando entre las filas de este partido, hombres y mujeres cuya juventud es parte de su identidad, su motivación, su impulso, y su pasión por la democracia participativa.

Este partido cuyos voceros insisten en sacar a la vieja política y sus dinosaurios, para dar paso a la nueva política y a los jóvenes cuyo empuje es evidente, gobierna poco más de 14 millones de mexicanos, tiene algunas figuras relevantes, hombres y mujeres jóvenes cuya influencia es definitiva en un sector de la población con edades entre los 25 y 45 años de edad.

Lo que funciona y lo que no funciona se mide, y el discurso o la narrativa de los protagonistas de este partido político, se medirá en el número de electores que voten por ellos en las próximas elecciones.

Las confrontaciones fuera de la cortesía política, poco le abonan a los que piensan que ya es hora de decirles a los viejos que se retiren de su oficio político-partidista, o bien, etiquetarlos por su edad como un grupo de políticos que nada tienen que ofrecer frente a las nuevas generaciones.

Uno de los países más ricos del mundo, es gobernado por un hombre de 81 años, su contendiente tiene 77 años, lejos de las edades de esta generación de hombres y mujeres que piensan que la juventud con su ímpetu pondrá todo en su lugar, o resolverá por obra de magia los problemas que enfrenta un país como México.

La moneda está en el aire, la población con credencial de elector, aquellos que ya rebasan los 60 ó 70 años de edad, puede ser que le cobren la factura a este grupo de jóvenes iluminados que piensan que su movimiento político es caído del cielo, o por lo menos pronuncian un discurso muy cerca de la discriminación.

Los políticos del partido en el poder y los del bloque opositor, observan algo que se puede clasificar como trastorno del juicio o conducta secundaria a intoxicación por psicotrópicos.

En el pecado llevan la penitencia.