La práctica de la meditación es una herramienta poderosa para comenzar a soltar y dejar que la vida fluya, con la meditación podremos alejar los miedos y ansiedades de la realidad, y transformar la manera en que respondemos a los eventos que no podemos controlar.
El escritor Joseph Campbell lo expresa así: “Debes tener una habitación, o cierta hora del día, en la que no sabes lo que dicen los informativos de la mañana, no sabes quiénes son tus amigos, ni lo que debes a nadie, ni lo que nadie te debe a ti. Este es un lugar en el que simplemente puedes experimentar y llevar a cabo lo que eres y lo que podrías ser.
El hábito de meditar es simple y, a la vez, profundamente transformador. He aquí algunas recomendaciones muy básicas para comenzar una meditación formal:
- Escoge un sitio tranquilo. El maestro Zen Thich Nhat Hanh se refiere a menudo a la “habitación de respirar”, una habitación o, si no se dispone de este espacio, una esquina de la vivienda donde podemos “estar solos, respirar y sonreír, al menos en momentos difíciles”, señala. Este refugio puede decorarse con flores u otros objetos que nos sugieran calma y bienestar.
Adopta una postura cómoda. En el suelo o en una silla, mantén la espalda erguida y una postura que denote presencia y serenidad. Con el tiempo, y si el suelo es cómodo para ti (esta opción es a menudo inaccesible para personas con problemas en las articulaciones, por ejemplo) puedes adquirir un Zafu o almohadón para meditar.
2. Céntrate en la respiración. Esta la meditación que abre las puertas a todas las demás. No hay que modificar la respiración de ninguna manera; simplemente observamos la respiración en este momento: ¿es superficial o profunda, corta o larga, lenta o rápida, suave o áspera? La instrucción básica es esta: cada vez que la atención se evade hacia pensamientos o emociones, volvemos a la sensación física de la respiración. La mente tiende a evadirse constantemente, y la respiración es un ancla para el presente.
Ser conscientes de la respiración puede convertirse en un poderoso aliado en nuestras vidas, señala Frondsal. “La respiración, con la atención en cada inhalación y exhalación, se convierte en una constante ecuánime para sobrellevar los altibajos de nuestra vida cotidiana”.
3. Escoge el momento más apropiado para ti. No hace falta que sea una hora en particular pero es recomendable practicar siempre en la misma franja horaria.Muchas personas aprovechan la tranquilidad de la primera hora de la mañana, cuando la casa está en silencio. Otros buscan recogerse y aquietar la mente antes de ir a dormir (asegúrate en este caso de que no estás demasiado cansado). Para introducirlo en tu rutina, puedes asociarlo con una acción cotidiana, como meditar después de lavarte los dientes por la noche o tomarte tu primera taza de té o café por la mañana.
Comienza con 10 minutos al día. Comprométete a dedicar este tiempo durante la primera semana y, si es posible, toma notas observando cómo te sientes tras cada sesión. A partir de ahí, es aconsejable incrementar el tiempo poco a poco hasta llegar a 20 o 30 minutos de práctica cotidiana.