Por David Uriarte /
Hay cuatro miedos universales, a la vejez, a la invalidez, a la locura y a la muerte. El virus pandémico del siglo XXI induce en casi todas las personas el miedo a la muerte.
Las únicas formas de evitar la muerte por coronavirus son: evitar el contacto con el virus, contaminarse y tener un sistema inmune fuerte, o contar con una vacuna eficaz.
Evitar el contagio es una opción poco viable, excepto que las personas aprendan a vivir aisladas socialmente o en un mundo estéril como en quirófano.
A casi cinco meses de la pandemia en México, aquellas personas que se mantuvieron aisladas por tres o cuatro meses, de nada o de poco les sirvió el aislamiento porque al bajar la guardia y ponerse en contacto con el virus por cualquier medio, se enfermaron y algunos murieron.
De qué sirve mantenerse aislado uno o dos años, si al final es prácticamente imposible evitar el contagio del virus, lo único que justifica esta conducta es la espera de una vacuna eficaz.
Las personas con un sistema inmune sano, fuertes por naturaleza, regularmente son jóvenes, sin embargo, la juventud e incluso la niñez tampoco es garantía. Las estadísticas registran muertes por COVID-19 en personas de todas las edades, desde recién nacidos hasta ancianos, pero también hay casos de personas de todas las edades que han soportado la enfermedad por contar con un sistema de defesas óptimo.
La tercera opción para ganarle la batalla a la enfermedad por coronavirus es la vacuna eficaz, sin embargo, el término de eficacia no garantiza un cien por ciento de protección, habrá reacciones secundarias como en todas las vacunas, incluso habrá quienes se pongan peor con la vacuna que con la enfermedad.
Al revisar las tres opciones: quédate en casa, enfréntalo con un sistema de defensas sano, o vacúnate, la tercera opción aún no es viable… Por lo tanto sólo quedan dos opciones, mantenerse aislado con todas las medidas de higiene, o poner a prueba el sistema inmunológico para generar defensas y estar protegido de las cepas virulentas mientras llega la vacuna.
O te escondes o lo enfrentas con la única arma letal para el virus: un sistema inmunológico fuerte. Genética y calidad de vida son la clave.