Por David Uriarte /
Nadie juega a perder, las competencias muestran las diferencias entre pares, las diferencias entre quienes compiten por el mismo galardón, los boxeadores se someten a la fuerza, habilidad y destreza física para vencer a su oponente, los maratonistas que pueden ser miles en la misma categoría tienen un sólo rival a vencer; el tiempo.
En la política también hay rivales a vencer y criterios que cumplir, los rivales pueden ser uno o varios, pero el criterio de triunfo es la mayor proporción del total de votos.
Detrás de las caras, discurso, estrategias, neuromarketing, partidos, promesas, confrontaciones, debates, publicidad, entrevistas, o cualquier herramienta que busque inclinar la balanza a favor, existen y están los intelectuales del triunfo, personas cuyos alcances superan la imaginación común, personas con una mentalidad más allá de lo ético, especialistas en la inducción de la conducta.
Los triunfos se parecen a las flores y los frutos, se ven bonitos, pero esconden en su raíz el origen de la belleza o cualidades… detrás del triunfo además de sacrificio y trabajo, hay inteligencia y también pude haber maldad; maldad para desprestigiar al oponente, perversidad en las acciones para opacar el brillo del contrincante, golpes bajos que nublan la visión de los simpatizantes, información que desprestigia al adversario, información de la vida personal cuyo objetivo es manchar su imagen y la percepción que tiene la sociedad de él o de ella.
El que tiene el poder político y el que lo busca, siempre estarán en la mira de los misiles de los contrarios, como reza el refrán, “al que no le guste el calor, que no se meta a la cocina”, el precio a veces es demasiado caro, más cuando los dardos enemigos tocan las fibras sensibles como la familia.
Lo que se alcanza a vislumbrar en estos momentos sólo es la muestra de lo que se avecina en materia de guerra sucia, el poder ejerce tal magnetismo que su fuerza de atracción es igual a la de repulsión, por lo tanto, igual protege y construye que, desprotege y destruye.
Por si faltaba algo en materia de trampas y golpes bajos, ya está a disposición la famosa “Inteligencia Artificial”, herramienta que tiene dos filos: el que construye y el que destruye, inteligencia artificial para ayudar a la sociedad en materia de información veraz y oportuna, o bien, para engañar o extorsionar con voz e imagen tan fidedigna… que parece real.