La vida es deseo y placer. El cerebro se acostumbra a desear. Casi siempre el cumplimiento del deseo se asocia al placer.
Destacado: El placer es una sensación subjetiva de bienestar. Deseo y placer son la pareja que acompaña a una persona toda la vida.
Es imposible dejar de desear, deseamos respirar, comer, ir al baño, reproducirnos, tener relaciones sexuales, tener hijos, tener una casa, trabajo, vacaciones, paseos, salud, pareja, felicidad, deseamos que alguien nos quiera, nos tome en cuenta, se relacione con nosotros, en fin, deseamos y deseamos y cuando el deseo se cumple aparece el placer.
El deseo es un pensamiento que se sustenta en una necesidad real o creada. Tanto el deseo como el placer son productos finales de un cerebro cuyo combustible son sustancias químicas denominadas neurotransmisores.
¿Cuáles son los deseos que construye una persona promedio en una cultura y en una sociedad como la nuestra? En primer término la persona desea sobrevivir, después desea encontrar un estatus social que le permita tener una calidad y estilo de vida placentera.
Todas las actividades humanas incluyendo las adicciones, parten de un deseo y terminan en un placer aunque este sea efímero. Hay quienes aseguran que el placer es como el orgasmo, solo dura segundos pero se puede buscar por horas, días e incluso toda la vida.
Hay hombres y mujeres cuyo deseo es poseer erótica y afectivamente a una persona, sin embargo, después de cumplir su deseo y experimentar el tan anhelado y efímero placer, el deseo desaparece por completo.
Uno de los lamentos más frecuentes en las parejas es el aburrimiento. El aburrimiento en la pareja está ligado directamente al deseo. Por fortuna, el deseo se ve superado por el afecto y es éste el que logra salvar la relación de pareja en muchos casos.
Destacado: Si los deseos fueran hilos de colores que se conectaran entre la persona que los produce y la que es objeto del deseo, imagínese los enredos que existieran en la pareja y en la sociedad.
La fuente de inspiración para el deseo y el placer se construye en la mente, es ésta la que guía la sensación placentera independientemente de que exista o no una persona real enfrente de la otra; a esto se le llama fantasía.
El deseo es el puente que conecta con el galardón que se llama placer. La vida terrenal, a través del cerebro y sus procesos mentales, pone a nuestra disposición el deseo y el placer bajo dos circunstancias: La realidad y la imaginación; nosotros decidimos.
David Uriarte Gastélum
Sexólogo y Psicólogo Clínico y Psicoterapeuta
cienciasex@yahoo.com