Por David Uriarte /
Hace nueve años irrumpe en la conciencia social la presencia del Partido Sinaloense, para unos, una ocurrencia, para otros, la evidencia de una fuerza política transformadora, es decir, una forma diferente de hacer política. No se trata de descubrir el agua tibia, se trata de trabajar desde la raíz, desde las familias, los seccionales, las comisaría, las sindicaturas, y los municipios.
Los partidos nacionales y los viejos liderazgos políticos vieron en el PAS un partido local, emergente -incluso transitorio-, es decir, no le auguraban futuro. Sin embargo, nueve años después, el PAS se perfila como el partido bisagra; como la reserva importante de votos en Sinaloa. Un nicho electoral cuyo peso despierta envidia, atención y preocupación en los partidos nacionales y en los liderazgos anquilosados, que necesitan más oxigeno que los pacientes complicados por el COVID-19.
El capital político del PAS se mide en los Cabildos y en el Congreso local, y ahora en la alianza con el partido en el poder, para el arribo a la gubernatura del maestro Rubén Rocha.
MORENA y su líder nacional (el verdadero), conocen perfectamente los alcances de Héctor Melesio Cuén Ojeda, la alianza no se dio por casualidad o por pasiones partidistas, se dio por las proyecciones aritméticas que hicieron los analistas y asesores políticos. Las proyecciones se cumplieron y hoy, la alianza MORENA-PAS tiene el poder político ejecutivo y legislativo, y busca regresarle a Sinaloa parte de lo que espera y necesita.
Héctor Melesio Cuén Ojeda no puede esconder la satisfacción de gozar de buena salud, tener una familia, tener unas empresas exitosas, un liderazgo político evidente y un triunfo contundente en las pasadas elecciones.
Tiempos traen tiempos, para Cuén no todo ha sido miel sobre hojuelas, la muerte de su hermano es un golpe cuya cicatriz persiste; sortear los problemas de salud tampoco ha sido cosa menor, mantener la unidad familiar requiere tiempo y sabiduría; mantener las empresas en números negros requiere inteligencia, y obtener el triunfo electoral es una forma de descansar para retomar con más bríos los compromisos y el nuevo reto que pronto anunciará Cuén.