Por David Uriarte /
“¡No hay plazo que no se cumpla, ni fecha que no se llegue!”, la filosofía popular encierra y comprime verdades completas, a poco más de seis meses de promulgada la Ley de Educación Superior del Estado de Sinaloa, el conflicto entre la máxima casa de estudios y las instituciones involucradas está tomando un rumbo socialmente desgastante.
La fecundación de la idea se da en el Congreso del Estado, el producto fue la Ley, se viene la lluvia de amparos y empieza el sainete; quien prende el fuego se retira a observar desde su comodidad el desarrollo del conflicto; la Fiscalía cumple, la Auditoria Superior del Estado cumple, la Unidad de Inteligencia Patrimonial y Económica, cumple; el Juez de control cumple; es decir, todos cumplen y ponen de rodillas a la UAS frente al Gobierno.
Mientras la lucha jurídica se da en dos pistas o dos jurisdicciones: una local y otra federal; el desgaste y la tensión de ambas partes es evidente, las dos partes tienen una serie de recursos que están dejando para el último momento… las tácticas o estrategias jurídicas distan de las técnicas subrepticias que pueden sorprender a las partes de manera impensable.
Son dos cosas distintas que hay que contemplar en el conflicto, una cosa es la posible separación del cargo del rector titular, y otra cosa es la estabilidad social y la gobernabilidad, es decir, el precio del trofeo puede ser demasiado caro para el sistema, sin embargo, en el conflicto subyacen intereses, significados, y representaciones que se desconocen por la mayoría.
Hipotéticamente, si se da el supuesto de la separación del cargo del rector titular ¿Qué creen que pasará? ¿La UAS se quedará cruzada de brazos? ¿Se trata de medir fuerzas o recordar la década de los setenta del otro lado de la mesa? ¿De qué se trata?
Las manifestaciones de apoyo por parte de la propia comunidad universitaria apenas empiezan a salir a la calle… estudiantes, profesores, personal administrativo, las dirigencias sindicales, y líderes de grupos simpatizantes con la UAS, están apuntados para manifestarse públicamente. La conciencia social empieza a tener sueños recurrentes de un conflicto que presagia todo; menos una salida donde ganen todos.
Nunca son buenos momentos para los pleitos, menos cuando se avecina la reina de las elecciones en México, la tensión se puede dispersar con una sustancia que se llama voluntad.