Por David Uriarte /

Hoy más que nunca toma vigencia la postura ideológica de Freud. Sigmund Freud pasó a la historia entre otras cosas, por su aportación relativa a la estructura de la mente, el ello, el yo, y el superyó, representan el tuétano cuando de conducta se trata.

La liberación sana de la energía libidinal es el objetivo en la vida, esa relación dual, paralela y a veces antagónica entre el placer y el dolor, entre la vida y la muerte, entre el eros y el tánatos, mantiene a la especie humana entre la angustia y el placer per se.

Los temas relacionados con las mujeres y los hombres tienen un eje central: la sexualidad. Si la sexualidad es una dimensión fundamental por el hecho de ser humano, basado en el sexo, ésta incluye necesariamente al género, el erotismo, la vinculación afectiva y la reproductividad.

La energía sexual se distribuye y manifiesta de maneras diversas, sin embargo, todas llegan al mismo lugar; el lugar del placer. El principio del placer es el principio de la vida, el diseño de la vida es para disfrutar, no para padecer, el problema o los problemas aparecen cuando el placer involucra acciones o actividades que implican a otra persona en contra de la voluntad de esta.

El espectro de la violencia sexual es un tema que incluye la parcialidad del placer cuando de pareja se trata, es decir, cuando las expectativas de dos o más personas son asimétricas, la violencia potencial está presente, y cuando alguien ejerce o cumple sus deseos sexuales por la fuerza, la violencia es evidente.

El acoso sexual es una conducta cuya raíz es la búsqueda de placer a través de un objeto de satisfacción erótica, la vía o la forma de alcanzar el objetivo es lo que configura la conducta impropia y eventualmente delictiva.

La divergencia de ideas en la liberación de la energía sexual, más el ejercicio del poder, suponen una sinergia perversa donde el masoquismo da paso al sadismo encubierto. Cuando los pensamientos converjan y los miedos, las culpas y las vergüenzas del deber ser, se disipen, entonces el superyó dejará de satanizar al impulsivo y el principio de realidad dejará de lado los juicios para disfrutar de una sexualidad sana. Cuánta razón tenía Freud, la sexualidad puede ser la fuente del placer o del sufrimiento.