Por David Uriarte/ 

La Asociación para las Infancias Transgénero celebró ayer la discusión y votación en la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) sobre el reconocimiento de las infancias Trans.

Cambiar de identidad de género es legal en los menores de edad, así lo resolvió la SCJN; es inconstitucional el requisito de tener 18 años de edad para solicitar el trámite ante el juez del registro civil de una nueva acta que modifique la original, es decir, un documento que acredite la identidad de género auto-percibida.

La ministra Jazmín Esquivel Mossa concluyó, es discriminatorio y vulnera el libre desarrollo de la personalidad en perjuicio de la infancia y la adolescencia, tener que esperar hasta los 18 años para generar el cambio legal.

Esta decisión de avanzada representa poner a México en el contexto internacional como un país de primer mundo en materia de legislación y respeto a los derechos humanos.

También va a generar escozor en parte de la población que piensa en la confusión o arrepentimiento de niñas, niños y adolescentes que aseguran tener una identidad de género auto-percibida diferente al sexo asignado.

A partir de la modificación de la norma jurídica y al entrar en vigor, los padres con hijos transexuales, pueden asesorarse con los expertos en sexualidad, psiquiatría, endocrinología, psicología, leyes, y cirugía plástica y reconstructiva.

No son pocos los niños, niñas, adolescentes, jóvenes y adultos, que sienten malestar con su sexo biológico, son aquellos que dicen estar o sentirse en un cuerpo equivocado, el niño que se percibe niña, la adolescente que se percibe como hombre, la persona auto-percibida con una identidad de género diferente.

No se debe confundir la inconformidad con el sexo biológico o la identidad transexual, con la orientación sexual; una cosa es el grado en que la persona se identifica como hombre o mujer, y otra cosa con quien se quiere relacionar en el afecto y el erotismo, coloquialmente se puede entender con quién se quiere relacionar en el amor y/o en el sexo.

La sociedad, los maestros y los padres de familia, deben recordar o entender que una cosa es ser o tener un familiar con orientación homosexual, bisexual o heterosexual; y otra cosa es ser o tener una identidad de género trans, y desde esa inconformidad con el sexo biológico, organizar la vida erótica y afectiva en relación al género de la pareja involucrada.

La libertad y los derechos traen aparejado la ruptura de paradigmas sociales.