Por David Uriarte /
Mas que la sexualidad, hay temas, condiciones o circunstancias de la sexualidad humana que resultan conflictivas en determinadas sociedades y especialmente en ciertas familias y personas.
En Latinoamérica, el tema del aborto está salpicado por la influencia judeocristiana, como estuvo en su tiempo el tema de la anticoncepción, incluso el tema de la fecundación in vitro o fuera de la matriz, con el tiempo, ciertas prácticas se han naturalizado o incorporado al quehacer diario de la práctica médica sin el reproche o repudio ético de la sociedad.
La orientación sexual mantiene una sombra homofóbica cuando se aparta de la reproducción, poco a poco esta sombra se diluye con la luz de la educación sexual integral, una educación que incluye: los derechos humanos, la perspectiva de género, e información científica libre de juicios y culpas… Sigue siendo la ciencia una de las bisagras de la puerta del bienestar.
Superados los conflictos del género y la identidad, también están los trastornos de la vida erótica: los excesos del deseo -ya sea por una aversión sexual sin deseo o una hipersexualidad-; los conflictos de la excitación, hombres y mujeres incapaces de excitarse o con una excitación constante; lo mismo ocurre con la fase placentera u orgásmica que en el caso de los hombres se asocia a la eyaculación; mujeres sin la experiencia subjetiva de placer sexual, o multiorgásmicas que son las menos; hombres con eyaculación precoz que son la base del conflicto de pareja; o también aquellos con eyaculación retardada con un final ansioso y una dificultad para embonar con el deseo o expectativa de su pareja.
Otro conflicto no menos importante en la vida erótica es lo relativo al dolor, dispareunia o coitalgia, nadie busca aquello que lo lastima, por eso hay parejas disritmicas o con ritmos sexuales diferentes porque lejos de tener placer tienen dolor.
No todo es erotismo, las cicatrices más profundas del ser humano descansan en los trastornos de la vinculación afectiva, en el amor y el desamor, en el enamoramiento mal correspondido, en el apego que se confunde con el amor o en la dependencia como extensión del vacío existencial; en fin, conflictos de la sexualidad.