Por David Uriarte /

A setenta y dos horas de que terminen las campañas político-electorales en México, el país vive sus peores momentos en cuanto a temperatura se refiere, cifras históricas que rompen todos los récords acumulados en este y el siglo pasado.

Esta semana los pronósticos de temperatura del medio ambiente amenazan a la vida y ponen a millones de mexicanos al borde de perder su salud; niños y ancianos son los grupos vulnerables… la deshidratación, el golpe de calor, las enfermedades diarreicas, y las enfermedades infecciosas, aumentan con la temperatura poniendo la estadística de la enfermedad y la muerte al alza.

Esta semana es doblemente caliente, por un lado, las temperaturas del medio ambiente, y por otro lado la temperatura política rumbo a los cierres de campaña en este proceso electoral histórico por la concurrencia de tantos cargos de representación y de gobierno.

Con lo que ha pasado basta, las agresiones y la violencia deben ser cosa del pasado, el derramamiento de sangre es una cuota muy cara para una sociedad que presume vivir en democracia y en la civilidad.

Las brechas de diferencia en las preferencias y simpatías de las candidaturas presidenciales, son de alguna manera un espejo para la suerte que corren las candidaturas locales y federales en las entidades, las estrategias de campaña se redujeron a dos, la búsqueda del voto a través del convencimiento por las propuestas y la descalificación de la competencia, y la mano sucia que ha descarrilado intenciones legitimas de participación.

Si las cosas se quedarán hasta aquí, sería ganancia social, existe el riesgo que las cosas se pongan como el proceso inmediato anterior, o como hace seis años donde las fuerzas fácticas han operado a favor del partido en el poder atemorizando a los actores principales de los partidos de la oposición.

El miedo sigue siendo factor determinante en la conducta cívica, por miedo pueden dejar de salir a votar o por miedo pueden cambiar de opinión, el miedo a perder la vida, el miedo a perder sus trabajos, el miedo a perder prerrogativas, en fin, el miedo es el enemigo de la felicidad.

Esperemos que la temperatura de la violencia no aumente, que no deje más sangre en el camino, que no inyecte miedo en la sociedad, y que la credencial de elector sea el metal y la urna el imán que vacíe la lista nominal de todos los distritos electorales en el país.