Por David Uriarte /

La libertad es el único bien disponible en el humano, la libertad está muy cerca de la voluntad, es la que decide hacer o dejar de hacer, si se hace es producto de la libertad y sino, también, la libertad termina en la conducta.

En este proceso electoral, menos, es más, en 2018 la participación en las urnas fue de 63.48%, en 2024 fue de 60.13%, tres puntos menos, pero una ventaja abrumadora de la candidata del partido en el poder en relación a la oposición.

El análisis del triunfo es tan importante como el análisis de la derrota, las teorías sesgadas por la emoción no resisten ningún análisis, lo que se debe observar es la tendencia de un régimen político que todo indica llegó para quedarse, esto significa un cambio radical del paradigma ideológico.

Al margen de estrategias político-electorales, lo que triunfa es la libertad de decidir, los que salieron a votar, decidieron ejercer su derecho, los que no salieron a votar también ejercieron su derecho a la no participación, esa fue su forma de participar, así como el silencio también es comunicación, el abstencionismo también cumple su función.

La operación cicatriz es la que puede ponerse difícil, los partidos de oposición prácticamente quedaron fulminados, desintegrados, atomizados, los números indican la posible pérdida del registro del PRD, el PRI pasa a la cuarta fuerza política, movimiento ciudadano a la tercera fuerza y como segunda fuerza el PAN, muy lejos de MORENA.

Dentro de los próximos días aparecerán datos e información muy valiosa que solo ratifican la inteligencia de los ganadores, influir en la voluntad para captar la simpatía en las urnas es el resultado final de una estrategia partidista donde las complicidades juegan un papel importante.

Contra la base por bolas no hay defensa, lo mismo aplica para la voluntad, cuando la voluntad se expresa en actos cuya evidencia es más que clara, las criticas suenan a resentimiento, frustración, o impotencia por no poder igualar o superar al oponente.

Las cosas se miden por resultados, y los resultados de las votaciones, aunque parciales o incompletos, muestran una tendencia irreversible de tal forma que ya se puede hablare de triunfos y derrotas político-partidistas.

La soberbia está cobrando su factura a los que se expresaban de manera irrespetuosa sobre sus contrincantes, hoy, la libertad también está enviando su factura a quien corresponda.