Por David Uriarte

 

Poco a poco han ido cercando e inmovilizando a las universidades públicas, la manera más fácil de asfixiarlas es comprimir el ducto del oxígeno que alimenta la vida interna y operativa: el dinero.

Sacar a la calle a miles de estudiantes universitarios a protestar, es práctica del siglo pasado, en la Universidad Autónoma de Sinaloa, desde 2005 se ha privilegiado el diálogo y la civilidad, hoy los universitarios buscan el diálogo.

Es cierto que el objetivo fundamental de cualquier universidad es lo relativo a la educación, sin embargo, la globalidad empuja a la competitividad y la formación integral que trascienda lo académico.

Por eso, la innovación educativa, el posicionamiento internacional, la vinculación para el desarrollo; el compromiso social, el bienestar y la universidad sustentable, son ejes estratégicos que articulan a los universitarios con lo regional y lo mundial.

Auditar a las universidades es práctica inherente de las instituciones y organismos externos en tanto el recurso es público. Sin embargo, las intromisiones en la vida cotidiana y su autogobierno, es otra cosa, eso tiene una intención evidentemente política y coercitiva.

El retroceso en prácticas superadas como la elección de directores de unidades académicas por simpatía y no por méritos académicos, es el regreso al populismo tercermundista.

El retiro de los apoyos a la investigación representa un atraso en la innovación y la competitividad, en fin, estrangular a las universidades públicas tendrá su repercusión a corto o mediano plazo.

Defender la autonomía universitaria significa mantener el rumbo académico sin perder la función social, consolidar la inclusión social como evidencia de apertura a las capacidades diferentes, y construir una cultura de la paz. Si el gobierno federal toma decisiones generalizadas sin particularizar cada caso, el caos nacional en la educación media y superior está por verse.

Actores definitivos en los próximos días serán los congresos locales, los gobernadores, los diputados federales y senadores de cada entidad, y por supuesto las autoridades universitarias que contengan el ímpetu de cerca de ciento cincuenta mil estudiantes en el caso de la UAS.