David Uriarte /

Hay pronósticos de peleas de box muy acertados, pero también, hay pronósticos que fallan por completo.

Cuando unos aseguran que la pelea terminará por nocaut en el primer round, sucede que se va hasta el último round con un triunfo por decisión unánime.

Cuando otros dan por favorito al más conocido, al que va invicto en su carrera y presume de la vía corta para sus triunfos, aparece el desconocido que lo hace ver su suerte y lo deja como santo cristo.

Hay peleas no planeadas, aparecen de manera súbita en la marquesina del espectáculo social, sorprenden a todo mundo por sus expresiones rudas, son desiguales por sus pesos y categorías, sin embargo, como reza el refrán popular “no hay enemigo pequeño”.

La pelea UAS-GOBIERNO se pactó desde el año pasado en el establo del poder legislativo, la primera campanada se dio el 28 de febrero de este año 2023, de ahí empezaron los rounds de calentamiento. Los contrincantes empezaron a conocerse, a tirar sus mejores golpes, a escuchar las consignas de sus entrenadores desde su esquina, a esperar el conteo veraz, justo, e imparcial de los jueces.

“Le salió respondón el contrincante”, esa es la frase que se usa cuando el desconocido le atiza al favorito, en este conflicto, ambos han dosificado su desempeño pugilístico, el favorito guarda sus mejores golpes para los últimos rounds, busca el nocaut; el contrincante “nada de muertito”, le apuesta a su resistencia. Ambos levantan el ánimo de sus seguidores con un estruendo mediático que se escucha hasta el Palacio Nacional.

La pelea se puede alargar más de lo esperado, los apostadores pueden ver frustradas sus expectativas, los jueces pueden dar un triunfo por decisión dividida, mientras el tercero en la superficie puede levantarle la mano al que no esperaba.

Los triunfos y las derrotas en el box, también son triunfos y derrotas de los entrenadores, de aquellos que están detrás del que expone el cuerpo, de los que aconsejan como y donde golpear al oponente, de los que aseguran su triunfo con el triunfo del que pone la cara y recibe los golpes.

A estas alturas del conflicto los contrincantes ya se dieron cuenta que es mucho el desgaste, el público ve que la pelea se vuelve vieja y con sus gritos pueden sacar de concentración al oponente, a los jueces, y al réferi.

Si el público se calienta y empieza a tirar objetos al cuadrilátero, cuidado… La pelea la puede parar el médico.