Por David Uriarte /

Lo impensable llegó, y llegó para quedarse. En materia de decisiones políticas, las del Poder Ejecutivo son las numero uno por no decir que son las únicas. Después de echarse a la bolsa al poder legislativo, el poder ejecutivo va por el poder judicial, con esas dos reservas de la democracia concentradas en el poder ejecutivo, entonces sí, su palabra es la ley.

Por más gritos, marchas, paros, corajes, o expresiones de inconformidad del poder judicial, primero el congreso y ahora el senado, dieron por extinguidos los fideicomisos, las reservas económicas que garantizan el presente y el futuro de la base trabajadora de ese poder.

¿Ahora quién ampara al amparador? ¿Quién defiende al defensor? Si el Poder Judicial permite que las decisiones de otro poder vulneren sus derechos, entonces sí: sálvese el que pueda. Mientras la película termina, las consecuencias las paga la sociedad por el entorpecimiento natural de sus funciones al dedicarle tiempo a defenderse, al sacar a la calle a sus trabajadores, al estar informando del estado de cosas que guarda el poder judicial en estos momentos.

Recurrir al poder legislativo como estrategia de defensa no es opción, tratar de convencer al ejecutivo tampoco es viable, solo les queda la opción del pataleo, el reniego, la desesperación, la decepción, y esperar las consecuencias que pueden ser desde nada, hasta la desaparición como estructura del equilibrio del poder político.

Como reza el adagio, “no lo querían creer”, y los que lo adoraban ayer, hoy lo detestan, aquellos que veían la tierra prometida, hoy ven el camino a su propio infierno, en fin, tiempos traen tiempos. Por lo pronto todo indica que este round ya lo ganó el poder ejecutivo, esperemos a que suene la campana para oficializarlo, todo puede suceder, en este caso tendría que ser un nocaut del poder judicial, cosa que se ve imposible.

Son dos consideraciones en este tema; la afectación a los derechos de los trabajadores del poder judicial, y la afectación a las funciones y el desempeño sustantivo, es como cerrar el servicio de urgencias de una unidad hospitalaria.

Esto podría ser el prólogo de la extinción del poder judicial, un augurio que presagia cambios estructurales de fondo en la política y la democracia en México, como dice el libreto de Roberto Gómez Bolaño, “y ahora quien podrá ayudarnos”.

¿Tendrá su chapulín colorado el poder judicial de la federación?