El tener una baja tolerancia a la frustración provoca irritación o sentimientos de depresión cuando no se obtiene lo que se desea o las personas no se comportan como queremos.
Es usual que las personas que no toleran la frustración se rijan por el perfeccionismo, porque fantasean con un mundo ideal y perfecto, donde las cosas y personas son como ellas creen que deberían ser, cayendo en extrema rigidez e inflexibilidad en su forma de pensar y de ser.
Aunque se presenta en personas “sanas,” el no tolerar la frustración también es una de las características de diversos trastornos psicológicos, como el trastorno límite de personalidad, trastorno de déficit de atención con hiperactividad (se presenta también en adultos y adolescentes), trastornos de ansiedad, de estrés postraumático y depresión, entre otros.
Su origen en personas “sanas” podría deberse al haber crecido en ambientes con cuidados parentales percibidos como sobreprotección, o bien, donde las necesidades del bebé o infante eran satisfechas de manera inmediata.
El magnificar una situación la convierte en una tragedia, lo que traerá como consecuencia que la persona sienta que no tiene control sobre su vida…
El magnificar una situación la convierte en una tragedia, lo que traerá como consecuencia que la persona sienta que no tiene control sobre su vida o circunstancias alrededor, y puede sentirse muy desesperada o se victimiza.
El asumir que las personas tienen intenciones oscuras o malévolas sin existir evidencias objetivas con las cuales se compruebe esta creencia, nos habla de una generalización equivocada, la cual podría convertirse en un patrón autodestructivo o de autosabotaje.
Analizar el nivel de nuestra propia tolerancia a la frustración nos permitirá incrementarlo a voluntad, esta se relaciona también con el tolerar nuestras emociones más intensas, como el dolor emocional o la angustia, y sin amedrentarnos.
Ocurre con frecuencia que las personas sienten mucha incomodidad cuando sienten tristeza, miedo o ansiedad, por lo que reprimen su expresión o recurren a comportamientos de evasión.
Los seres humanos podemos aprender nuevas conductas que nos ayuden a incrementar la tolerancia a la frustración y manejar nuestras emociones de maneras más funcionales.
Cuando una persona necesita algo de los demás, necesita ser asertiva y desarrollar su nivel de tolerancia, porque sabe que podría recibir una negativa, ya que en su entrenamiento en asertividad aprende que los seres humanos tenemos el derecho de decir no a las peticiones de los demás.
La próxima vez que una persona llore, se irrite o se sienta lastimada dentro de un contexto que no lo amerita, es decir, manifieste una reacción emocional desproporcionada a la situación, es probable que se esté enfrentando a un problema de baja tolerancia a la frustración o una situación donde aspectos más inconscientes juegan un papel importante y la persona no se está dando cuenta de la exageración en sus reacciones.
Si en algún momento, es Ud. quien no tolera la frustración y se siente irritable e intolerante hacia los demás, no se lacere, no se odie a sí mismo, haga algo por conocerse y aprenda a mejorar su tolerancia a la frustración, sobre todo, no se tome la vida tan en serio, ríase de sí mismo y recuerde lo que el gran Albert Ellis decía: “Todo mundo estamos chiflados.”