Por David Uriarte /

La indiferencia puede ser la condición que existe entre los recuerdos de cualquier tipo y el olvido significativo de los mismos. Por ejemplo, la política Rosario Robles, estuvo muchos meses en la cárcel y al final salió absuelta, todo empezó en teoría por una supuesta licencia de conducir apócrifa, motivo por el cual el juez determinó que la medida cautelar no podía ser prisión domiciliara por el riego de fuga.

Es prácticamente imposible que a Rosario Robles se le olvide el tamaño de la afrenta y la forma tan primaria de la justificación de su actuar del poder judicial, a ella, la implicada en el caso, hasta sus últimos días de vida recordará tal afrenta para ella y su familia.

Entre Rosario Robles, su familia, amistades y algunos de sus seguidores, igual que el ministerio público que la acusó, el juez que conoció del caso y la defensa, representan un 0.0000001% de las personas que tendrán memoria del juicio; los demás, perderán la memoria del caso, le darán la vuelta a la página, y seguirán su camino como si nada hubiera pasado, la indiferencia cubrirá el expediente, aunque la experiencia se la implicada sea una herida emocional que no sane nunca.

Cuando las más de 200 mil familias de los muertos en condiciones violentas o muertes dolosas, incluyendo a los y las desaparecidas, escuchan hablar a cualquier persona del gobierno o del partido en el poder decir, “vamos muy bien”, la memoria retumba reconstruyendo la imagen de un familiar fallecido como parte de la ola de violencia o desaparecido por la misma causa.

La memoria de una madre, un padre, un hijo, un hermano, o cualquier familiar o amigo, incluyendo la sociedad consciente de la realidad, no puede olvidar semejante realidad cuya dimensión sólo la entiende el o los afectados, sin embargo, el resto de la población puede ser que permanezca ausente de la tragedia u su memoria corta tire a la bandeja del olvido tal catástrofe.

Es precisamente la indiferencia lo que hace o mantiene inerte a una sociedad agraviada cuya memoria es tan reducida que es superada por el olvido.

No se necesitan más ejemplos para reflexionar sobre la gran capacidad humana para el olvido… es esencialmente en este recipiente donde se almacenan temas alexitímicos, es decir, temas que no producen ninguna emoción debido a la indefensión aprendida que termina construyendo una sociedad resiliente, aguantadora y amnésica.