Por David Uriarte /
En términos coloquiales, “enyerbado” significa que está envenenado o que está molesto. Desde el punto de vista psicofisiológico, los “enyerbados” no son más que personas con un trastorno mental: Trastorno Obsesivo Compulsivo.
La obsesión se define como pensamientos, impulsos o imágenes que se repiten constantemente y generan ansiedad o estrés. Muchas personas obsesionadas no saben que lo son porque liberan su ansiedad o estrés en la compulsión, en la materialización de su obsesión transformada en conducta o actitud.
En el caso de los obsesionados con el poder político, la dificultad estriba en aceptar formas diferentes de pensamientos, los obsesionados con su razón no tienen margen de maniobra mental, es decir, les resulta imposible entender algo que sea diferente a lo que ellos piensan.
Los políticos obsesionados se parecen mucho a los fanáticos religiosos, no hay forma de convencerlos de otra cosa que no sea su idea o creencia, en el pensamiento obsesivo, la creencia se vuelve dogma y ante eso, la razón nada tiene que hacer.
Los obsesionados son radicales con su postura ideológica, y entre más les cuestionan su “fe”, más fuertes y más contentos se sienten, por eso, ver los pleitos o diferencias entre los políticos radicales, es como escuchar un dialogo entre un ateo y un cristiano.
La parte que se les descompone a los obsesionados es el ‘giro cingulado anterior’, una estructura que necesita serotonina, el neurotransmisor encargado de estabilizar el ánimo.
La obsesión es la misma en cualquier persona, lo que cambia es el tipo de pensamiento, imagen o impulso, las personas obsesionadas con un partido o un político defenderán hasta sus últimas consecuencias su creencia, no se trata de razón, se trata de obsesión.
Creer en los extraterrestres, en la santa muerte, en la virgen, o cualquier paradigma dogmático, es la seguridad de su existencia -aunque no halla evidencia-, en estas personas no hay más razón que su postura, por eso, resulta estéril discutir o hacer razonar a una persona obsesiva. Estar “enyerbado” dificulta pensar que se puede estar equivocado, y dificulta construir puentes para conciliar en la diferencia.