Por David Uriarte /

Así como el día da paso a la noche, las derrotas electorales dan paso a las deudas: deudas económicas, de credibilidad, de afecto, en fin… deudas de todo tipo. Mientras los proveedores exigen el pago de los bienes o servicios prestados a partidos y candidatos durante las campañas políticas, los candidatos perdedores y líderes de los partidos que empeñaron su palabra, hoy no les es suficiente para atemperar el malestar de sus acreedores.

Bancos, prestamistas, gasolineras, imprentas, arrendadoras, agencias de publicidad y negocios dedicados a la publicidad incluyendo radios, televisoras, y portales, son algunos de los negocios que fueron tocados por la mano de la esperanza, esperanza que no prosperó; esperanza que sólo estuvo en la mente de los que creyeron que el día de la elección se acabarían su preocupaciones y deudas, cosa que no fue así.

Es una red de búsqueda y cobranza infructuosa, la respuesta es parecida: —no hay dinero, —no llegaron los recursos—, —nos dejaron colgados—, —los de arriba se quedaron con el dinero—, —alguien se robó el dinero—, —estamos esperando que nos cumplan—, —yo creo que a más tardar en una semana radicarán los recursos—, y así sucesivamente… respuestas que no satisfacen a los proveedores.

Como siempre, los triunfos tienen muchas paternidades y las derrotas son huérfanas; la orfandad de muchas dirigencias partidistas estatales es la evidencia de estrategias malignas o fraudulentas, de promesas políticas no cumplidas. Se puede decir que de alguna manera “los chamaquearon”, los hicieron creer cosas que no cumplieron y los que tienen que dar la cara en lo local los dejaron “colgados de la brocha”.

Los lamentos y reparto de culpas no satisfacen a los proveedores, ellos lo único que quieren es que se les pague, es una cadena de sucesos que se dieron al fragor de la campaña, en la cúspide de una motivación irracional que hoy toca la conciencia de quienes pidieron fiado y quienes aceptaron fiar.

Los que se acabaron sus ahorros y sus candidatos perdieron, ocupan una clasificación aparte, hoy existe una inconformidad con un toque de coraje y preocupación de los proveedores que sólo exigen su pago.