Por David Uriarte /

Como cualquier mandatario estatal que se encuentra en víspera de ser relevado, el gobernador Quirino debe anidar preocupación y alegría, una ambigüedad propia de las circunstancias políticas que vive el país y en consecuencia Sinaloa.

Hoy las reglas del juego han cambiado, hoy la naturaleza humana se adapta a nuevos paradigmas, hoy hay más voces demandantes cuyo sentimiento de merecer el poder es el detonante de la preocupación.

La alegría es entendible, dejar una altísima responsabilidad social en medio de una transición política como le ocurrió a Juan Millán que llegó a la gubernatura de Sinaloa siendo presidente Ernesto Zedillo y en el segundo año de su gobierno es electo Vicente Fox. Quirino Ordaz es electo gobernador de Sinaloa siendo Presidente Enrique Peña Nieto, y a medio camino llega Andrés Manuel López Obrador a la presidencia, se necesita tener agallas y una mente ágil para tejer la estrategia de entrega recepción.

Parte de la preocupación de Quirino es la conformación de los Ayuntamientos, el Congreso Local y Federal, y con lupa debe estar viendo el tema de la revisión, observación y en su caso aprobación de las cuentas públicas de sus dos últimos años de gobierno.

En un balance imaginario, puede ser más la alegría del mandatario estatal por su cuenta regresiva para entregar el poder, sin embargo, la preocupación no es menor cuando los arreglos tienen otras dimensiones: hay que esperar cómo estará el ánimo del Presidente; cómo estará conformada el próximo año la institución electoral; cuáles serán los resultados de la pandemia; cómo estará la economía… Pero sobre todo, cómo estarán los reclamos sociales para el próximo año.

A todo lo anterior deben sumarse las facturas políticas que le querrán cobrar a Quirino, los de “su partido” y los del partido en el poder. No se sabe aún como quedarán las coaliciones si es que se conforma un frente opositor, en fin, las preocupaciones son legítimas en un clima político donde la enfermedad fue la que detonó un efecto “dominó”.

La emulsión de la alegría y  preocupación de gobernador, genera un estado de alerta en los actores políticos interesados en la historia de Sinaloa.