Por David Uriarte /
La amistad es un vínculo emocional, a veces poco entendido. La amistad no es interés, no es amor, no es apego, no es costumbre, no es obsesión, no es complicidad; no es deseo, no es alianza, no es protección, tampoco reciprocidad; la amistad es una mezcla emocional que confluye en la aceptación.
Tener una amistad es tener un vínculo que no necesita respuesta en tanto no está condicionada a la respuesta de la otra persona. Cuando en lo que supone amistad aparece el celo, entonces el vínculo está contaminado con el sentimiento de pertenencia, y la amistad no es posesión.
Cuando el supuesto amigo condiciona, entonces hay negociación, y la amistad no es un negocio. Si la amiga desea sexualmente, entonces no es amistad, es erotismo. Cuando el supuesto amigo usa el vínculo para cubrir sus fechorías, no hay amistad, hay complicidad.
La amistad como parte de los afectos humanos, es producto de la inteligencia, es decir, se necesita capacidad de abstracción para entender la pureza del vínculo y no contaminarlo con los intereses o necesidades no resueltas.
En la amistad no hay juicios, hay aceptación o distancia, una aceptación que marca la diferencia entre dos o más personas, o una sana distancia como respeto a las diferencias. La amistad correspondida es una maravilla, la confluencia de dos vínculos afectivos sin intereses parciales o deseos mezquinos, es el monumento a la aceptación sin juicios.
Aceptar al otro no significa envidiarlo o aplaudirle, significa entender la esencia y singularidad humana, no existen dos personas iguales aunque existan muchas parecidas. La amistad es un signo cuando se manifiesta y un síntoma cuando se percibe, la amistad no espera ser correspondida, sólo espera ser expresada.
En la aceptación, la amistad expresa su imparcialidad y esparce el aroma terapéutico que hace bien a quien lo recibe. La amistad como condición humana, se puede confundir con el interés de cualquier tipo, incluso con el agradecimiento o admiración, la amistad a veces se confunde con otras expresiones humanas. Hay miles de investigaciones científicas que demuestran el poder terapéutico y curativo de un vínculo afectivo poco entendido: la amistad.