Por David Uriarte /

Si la pobreza se refiere a carencias principalmente económicas, la manera de contar los pobres es relativamente fácil, sin embargo, si la pobreza mental se refiere a la forma limitada o reducida de pensar en relación a los demás, entonces la pobreza mental abunda.

Hay personas con la cartera llena de billetes, con una forma de pensar muy pobre, limitada, vengativa, son personas pasivo-agresivas que van por la vida cobrando la cuota de sus rencores a quien se atraviese en el camino de los afectos, de la academia, lo laboral, o el poder en cualquiera de sus expresiones.

La pobreza mental no se refiere a la ignorancia como tal, se refiere al resentimiento inconsciente que guía la conducta e impregna el pensamiento de una especie de venganza generacional, son ojos que ven en los demás una amenaza por el solo hecho de arrastrar un pasado lleno de limitaciones, estas personas buscan en la venganza lavar la honra de su linaje.

La pobreza mental es más peligrosa que la pobreza de la cartera; la pobreza de la cartera se suple comiendo, buscando un techo para guarecerse, buscando trabajo como divisa de sobrevivencia… La pobreza mental suele presentarse en personas que ya superaron la pobreza económica, pero siguen arrastrando las dolencias de un origen donde anidaron un rencor en contra de los que son felices o los que tienen dinero gracias a su esfuerzo o gracias a sus familias.

La pobreza mental se vuelve peligrosa cuando la persona adquiere cualquier condición de superioridad entre sus iguales, el poder los transforma, entran en una dualidad contradiciendo el discurso frente a la conducta, el rencor impregna su destino a pesar de no tener conciencia de ello.

Las personas con pobreza mental, están limitados en su autopercepción, al mirarse al espejo reciben la imagen de un pasado tormentoso, una expresión en su rostro que solo ellos entienden, un dialogo interno que no pueden cambiar, un pasado con cimientos de rencor en contra de la vida, el destino y su propio origen.

Investir de poder al que padece pobreza mental, es adquirir un tormento seductor, una persona llena de buenas ideas, indulgente, dulcemente hipócrita, consciente de su doble discurso, predecible, inmutable, peligroso porque corre por su sangre la sed de venganza.

Hay ricos y poderosos con pobreza mental, inconscientes de su condición, por eso son peligrosos.