Por David Uriarte /
Para muchos ni la gasolina está barata ni el peso está fuerte. Los comerciantes que importan productos o servicios del extranjero, especialmente de los Estados Unidos, han vivido en los últimos dos años, una especie de suerte, no es lo mismo comprar equipo o refacciones con una paridad de veintiséis a uno, que con una paridad de diecisiete a uno.
Se pueden decir muchas cosas, los economistas pueden afirmar o negar lo que quieran, lo cierto es que el peso se fortaleció frente al dólar y hace más de dos años permanece estable por debajo de los veinte pesos por dólar.
Muchos pronostican que por lo menos habrá de superar la barrera de los veinte pesos después de las elecciones, la verdad es que nadie lo sabe, como tampoco se sabe si permanecerá alrededor de los diecisiete pesos como está al día de hoy.
En el tema de la gasolina, más que un análisis político, hay que hacer un análisis financiero, no se ve claro por donde podrían mantenerse los precios de los combustibles estables, con una empresa como PEMEX quebrada financieramente, donde no le alcanza ni para pagar sus impuestos y se los tiene que condonar hacienda, esto si es de preocupación por los consumidores, no solo para la industria del transporte, hay que recordar que millones de toneladas se transportan todos los días por las carreteras nacionales y rumbo al extranjero también.
El consumidor final de todas las mercancías, es el afectado, los negocios dedicados a la industria de alimentos le repercuten sus costos al consumidor, las amas de casa cada vez compran menos con mas, es decir, la escalada de precios se da principalmente por el aumento en el costo del transporte de las mercancías.
La contención aparente en el precio de los combustibles se da a partir del subsidio que hace el gobierno a las gasolinas y el diésel ¿Qué pasará si el gobierno deja de subsidiar el precio de los combustibles? La respuesta es obvia; su precio aumentará.
Si esto sucede, la escalada de precios al consumidor se volverá un cuento de nunca acabar, el incremento a los salarios se verá pulverizado generando una escalada inflacionaria, ningún mexicano consciente desea una catástrofe de esta naturaleza.
Un peso fuerte y una gasolina barata son los mejores ejemplos de posibles bombas de tiempo que se esparcen como un campo minado entre los mexicanos.
Esperemos que no.