Por David Uriarte /
En los días de crisis por la violencia e inseguridad, las pérdidas irreparables son muchas. El miedo, la cobija de tantas familias; la desesperanza, el sentimiento de empresarios afectados; la frustración, la compañía de empleados despedidos o en proceso de liquidación en el mejor de los casos. Este es parte del catálogo de los famosos daños colaterales.
Los grupos criminales enfrentados entre sí, el gobierno tratando de contener o disminuir la amenaza social, y la ciudadanía transitando con una mezcla de precaución, miedo y paranoia.
Los giros económicos más afectados son los de servicios y productos perecederos, los restauranteros empiezan a bajar la cortina de sus negocios.
Los maestros se debaten entre lo presencial y lo virtual, igual que los estudiantes; los transportistas temen ser rehenes de los delincuentes, temen que el transporte de carga se utilice para bloquear las carreteras, y de paso sea incendiado como parte de las pérdidas a su patrimonio.
‘Pedro la hace y Juan la paga’, es la analogía perfecta cuando la delincuencia genera daños colaterales con aquellos que nada tienen que ver con sus asuntos pendientes.
Las cifras oficiales relativas al robo de vehículos en Sinaloa, registran siete robos diarios en el mes de agosto. Catorce robos diarios en septiembre, y veintiún robos diarios de vehículos en octubre, son 202, 424, y 661 vehículos robados en los últimos tres meses de este año, un total de 1,287.
Aparte del daño patrimonial, el eventual daño a la integridad de quienes sufren el robo de vehículo, el desamparo de las familias cuando son despojados en las carreteras, hay que agregar la ‘tramitología’ burocrática para cobrar el siniestro a las aseguradoras… Y de paso, el encarecimiento de los seguros en las nuevas contrataciones.
De hecho en Sinaloa en promedio, las pólizas de seguros de vehículos cuestan el doble que en otras entidades de la República Mexicana, ‘Pedro la hace y Juan la paga’.
De los giros comerciales más afectados, se encuentran bienes raíces, y la industria automovilística. Por todas partes, letreros con la leyenda de ‘se vende local o casa habitación, o se renta’, plazas comerciales desalojadas, clientes morosos en el pago de sus rentas, comerciantes en crisis, acabándose sus ahorros, o solicitando créditos bancarios para sobrevivir.
Por eso, es fácil entender que ‘Pedro la hace y Juan la paga’.