Por David Uriarte /

Las parejas son como las huellas digitales; todas son diferentes. Desde las parejas forzadas por la premura del embarazo, hasta las parejas inducidas por el tiempo y la voluntad, todas tienen una dinámica distinta aunque eventualmente parecidas.

El aprendizaje cultural empuja a la pareja a jugar un rol predeterminado, es decir, atracción, enamoramiento, compromiso social, embarazo, crianza, y vida familiar.

Las historias donde el adulto fue abandonado por su padre o su madre, o la experiencia traumática de violencia intrafamiliar de cualquier tipo, son réplica frecuente en la vida de pareja que impactan la crianza y vida parental.

La permanencia en pareja parece que se desvanece con los nuevos tiempos, la esperanza de cruzar la anhelada meta de los cincuenta años en pareja y festejar las bodas de oro, es cada vez más parte de la historia a pesar de que la esperanza de vida aumenta.

Tanto ellas como ellos al parecer ya no están dispuestos a vivir “hasta que la muerte los separe”. Hoy privilegian la calidad de vida, hoy le apuestan a la libertad, no quieren hipotecar independencia, privacidad e intimidad.

La vida en pareja representa compartir, no está diseñada sólo para la reproducción, los humanos a diferencia de los animales irracionales, disfrutan su identidad al tener conciencia, disfrutan del erotismo placentero; se vinculan en el afecto, por eso aparecen los celos en sus diferentes manifestaciones que van desde el sufrimiento en silencio hasta el grito desesperado y coercitivo.

La mayoría aspira a la construcción de la familia a través de los hijos, en fin buscan la perpetuidad de la especie de forma inconsciente.

El abandono de la pareja es el comportamiento más común, es el acto final de una serie de intentos bañados por la violencia psicológica, física, verbal, emocional, social, sexual o económica de uno o ambos integrantes.

Las acciones polares van desde la obsesión por la cercanía y el sentimiento de pertenencia mutuo, hasta el abandono súbito o múltiples intentos de abandono de la pareja.

Si la tendencia a la separación temprana de la pareja es la constante; la vida en pareja se puede extinguir. La biología sigue demostrando que la monogamia al parecer sólo es un concepto.