Si le dieran a elegir, ¿usted elegiría un padre “pirata”? lo más seguro es que no, sin embargo, los hijos no pueden elegir a sus padres. Al preguntarle a los padres en relación a su conducta con sus hijos, estos responden casi siempre lo mismo: son el amor de mi vida, por ellos trabajo, por ellos me desvelo, por ellos hago lo que hago, por ellos tengo dos trabajos, por ellos me privo de tantas cosas; por ellos no tenemos mejor casa porque todo lo invertimos en la educación, por ellos no me he comprado un carro mejor, etc.
Las estadísticas de los famosos “NINIS” (Hijos que ni estudian ni trabajan) son reveladoras. Hijos adolescentes y jóvenes cuya idea de la vida es muy reducida. Estudiantes que no saben que estudiar, estudiantes sin compromiso en su propia formación, estudiantes que no le encuentran sentido al estudio, estudiantes cuya conducta los hace incorporarse a la ineficiencia terminal de las escuelas.
Las fábricas de los jóvenes que no quieren estudiar o que son pésimos estudiantes, son los padres.
Las fábricas de los jóvenes que no quieren estudiar o que son pésimos estudiantes, son los padres. La fábrica de jóvenes que no quieren trabajar y se sienten merecedores de todo, son los padres.Tener unos padres cuyos paradigmas o modelos de pensamiento son disfuncionales, es tener unos padres “piratas”.
La forma de asegurar unos hijos disfuncionales y prófugos de la escuela y del trabajo, es tener unos padres que no se quieren dar cuenta de sus propias deficiencias. Para ser padre o madre funcional no basta querer mucho a los hijos, se necesitan dos cosas: que él y ella estén sanos mentalmente y que él y ella estén dispuestos a cambiar sus propias creencias cuando vean que no les funciona.
Ya lo decía el científico Albert Einstein, “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”. Los padres “piratas” insisten en tener hijos “mejores” pero no quieren cambiar su forma de pensar y su forma de actuar. Una de las características de los padres “piratas” es su necedad; son necios e insistentes en su forma de pensar
y su forma de actuar. Quieren hijos funcionales cuando no los formaron desde el principio con las herramientas necesarias para poder obtener un buen producto. Lo más difícil para un padre “pirata” es darse cuenta que lo es.
Cuando un padre se da cuenta que el responsable y constructor de sus hijos es él, entonces deja de preguntarse y de buscar culpables.
La migración del padre disfuncional a la funcionalidad empieza por “darse cuenta” que no ha podido obtener el producto y la calidad que buscaba en su hijo. La fórmula mágica para iniciar cualquier proceso de cambio implica “romper” los paradigmas o modelos de pensamiento. Un padre o una madre que bajo la honestidad del dolor y el sufrimiento que le genera un hijo disfuncional, se pone reflexivo y acepta que está equivocado y que tiene que modificar sus pensamientos y su conducta, “ya la hizo”.
Pero un padre o una madre que bajo la reflexión de la razón, la arrogancia, la intolerancia, la inflexibilidad, la soberbia y la cerrazón analizan, más que su responsabilidad, la conducta de su hijo, nunca encontrarán la solución y nunca podrán obtener el producto que desean.
Muchas veces he dicho “la felicidad, a veces está a una distancia de pensamiento”. Los padres “piratas” hacen hijos piratas. En otras palabras, los padres disfuncionales hacen hijos disfuncionales. La paternidad y la maternidad no se miden por el amor, se miden por las acciones y el comportamiento que han sembrado, consciente o inconscientemente, en sus hijos