Por David Uriarte /
Hay personas que aprenden, otras que enseñan, y otras que imponen de manera agresiva ideas restrictivas sobre temas determinados del “deber ser”, todo subordinado al poder de la investidura que da la paternidad y la maternidad.
Algunas madres enseñan a sus hijos la forma de comportarse, les imponen normas y reglas para moldear la personalidad y regular su conducta, por ejemplo: ella como madre decide cuando hay que salir, con quién hay que socializar, qué horarios cumplir, y sobre todo, qué no hay que hacer… máxime si se trata de temas relacionados con la sexualidad.
Estas madres cuidan tanto a sus hijos, que al final logran convertirlos en desadaptados sociales. La hija aprende a cuidar tanto su erotismo que se vincula en la década de los treinta o cuarenta años de edad, con dificultades reproductivas y con dificultades de adaptación en la vida de pareja.
Eso sí, después de los treinta años de edad de sus hijos, la madre es la primera en reclamarles el porqué de su soledad, les promueve la socialización, les inventa cuentos de posibles parejas y sufre los fines de semana al ver a sus hijos tan bien portados pero solos. Y la critica que les hacía a los primos de sus hijos por haber embarazado a la novia o haberse embarazado, hoy es un deseo que quisiera se hubiera cumplido en sus hijos para satisfacer su instinto de abuela.
Tema por demás interesante es el de los padres castrantes con sus hijas, padres que anidan fantasías incestuosas y las manifiestan proyectando supuestas intenciones lascivas de los amigos o novios. Se convierten en adivinos de los deseos eróticos de los hombres con sus hijas, más que consejero o padre, parece un novio o pareja celotípica, obsesivo por el deseo que según él puede despertar su hija a los hombres.
Estos padres supervisan la vestimenta de sus hijas, las amistades, los compañeros de escuela o de trabajo, el uso de sus redes sociales, el tipo de contacto que tienen, se vuelven un tormento y una pesadilla para las hijas que no logran entender el porqué de la conducta castrante del padre.
Tanto madres y padres que vienen arrastrando problemas de intimidad, terminan castrando las ilusiones de sus hijos.