Por David Uriarte /

La tierra es el planeta del “no pasa nada”. Hitler y los hornos crematorios de Auschwitz, en estos centros de extermino llegaron a morir hasta cinco mil personas por día, la reciente pandemia mato a más de seis millones de personas en el mundo, cincuenta mil soldados muertos en la guerra Rusia-Ucrania, eso es en el plano internacional.

Al regionalizar la realidad, se puede observar que en México las cosas son interesantes cuando hablamos de la condición del “no pasa nada”, alrededor de ciento ochenta mil homicidios o muertes violentas en lo que va de este sexenio, cerca de ochocientos mil muertos en pandemia, un número indeterminado de desaparecidos, una franca provocación de las bandas criminales entre ellas y entre las instituciones de seguridad pública, ellos le apuestan al paradigma de “no pasa nada”.

La reciente entrevista al sicario que intentó asesinar al periodista Ciro Gómez Leyva, con toda tranquilidad acepta y afirma haber matado a más de quince personas, habla de un México mágico, el secuestro como delito, fuente de ingreso para los criminales, y cuna de sufrimiento para las familias víctimas de secuestro, sigue la ruta del “no pasa nada”.

Si la realidad se aterriza por estados o entidades federativas, se puede hacer una verdadera disección de los temas donde “no pasa nada”, a pesar de afectar a la sociedad en lo más sagrado que es la vida, la integridad y su patrimonio.

Guerrero es un estado donde la seguridad pública está amenazada por las fuerzas criminales de la delincuencia organizada. En el caso de Sinaloa, las cosas no han tocado los números estadísticos de otras entidades, sin embargo, las noticias de enfrentamientos y captura de criminales por parte de las fuerzas federales, la búsqueda de objetivos generadores de violencia por parte de las autoridades de Estados Unidos, así como las recompensas millonarias de agencias como la DEA, hablan o ratifican el paradigma del “no pasa nada”.

Tampoco se puede caer en el radicalismo absoluto o la generalización, sí hay resultados en la búsqueda de los generadores de violencia, tal vez no en la medida de lo deseable, pero la lucha por erradicar o minimizar los efectos del crimen organizado persiste por parte de las autoridades.

Una luz se observa al final del túnel, es la luz de la Reforma al Poder Judicial, si con esta reforma el país de “no pasa nada” se transforma, la sociedad habrá ganado.