Por David Uriarte /
El tiempo es la cobija del olvido, muchos han olvidado al Jesús Estrada Ferreiro, expresidente municipal de Culiacán, y desaforado segundo periodo de su mandato.
Al paso del tiempo, casi todos los integrantes de su administración, es decir, su personal de confianza, aquellos que ocupaban jefaturas de departamento, direcciones, coordinaciones, hasta el secretario del Ayuntamiento, fueron removidos de sus cargos y algunos mejor renunciaron antes que otra cosa sucediera.
El tema es la gobernabilidad política en el Estado, el otro tema no menos importante, es la reacción o defensa de los implicados, indiciados, señalados o acusados, especialmente Jesús Estrada Ferreiro. Hasta donde se sabe, hay confianza en el equipo de defensa jurídica de Estrada Ferreiro, poco a poco se fortalece la defensa, los amparos interpuestos se han ganado, y se espera que las sentencias sean favorables.
Jesús Estrada Ferreiro percibe dos tipos de daños, el político y el familiar, el político tienen dos vertientes, el señalamiento de la comisión de posibles delitos objeto de la separación del cargo, y la inhabilitación para ocupar cargos públicos, así como la estrechez de posibilidades para buscar algún cargo de elección popular.
Sin embargo, nada perturba o mortifica más a un mortal, que el sufrimiento emocional de cualquier integrante de su familia, este es el tema que mantiene a Estrada Ferreiro preocupado, un tanto o un mucho molesto, desesperado por no conocer el alcance o los límites de una alteración emocional de cualquier miembro de su familia, especialmente los hijos.
Jesús Estrada Ferreiro está impuesto a los litigios, toda su vida profesional la ha dedicado a eso, visitar las agencias del ministerio público, las oficinas de las fiscalías, los juzgados, platicar con los magistrados o ministros de la corte ha formado parte de su oficio, sin embargo, cuando se trata de daños colaterales que implican la familia, las cosas cambian y el temperamento y los impulsos se aceleran a tal grado de generar estrés y nerviosismo cuyo destino es impredecible.
La sociedad sinaloense vive una página más como dice la canción, una página donde se escribe parte de la historia de un Sinaloa que pocos conocen, hechos que pocos recuerdan, es decir, el caso de Estrada Ferreiro no es el primero que sucede en el estado, en el año 2002 un alcalde de Mazatlán también vivió la misma experiencia.