Miciudad.mx / “Uno no obtiene lo que se merece, sino lo que negocia”, esta es la frase célebre del Dr. Chester L. Karrass, creador del más exitoso seminario de negociación en los Estados Unidos.

La negociación en la conciencia parte de la libertad de elección, es decir, tú eliges a pesar de saber el pronóstico, o eliges al azar, a ver qué pasa. Con la conciencia plena de un acto de voluntad, el ciudadano fortalece la democracia al ejercer su derecho al voto, lo demás es historia.

Las quejas o los aplausos dependen de los resultados en la negociación. Aquellos que aplauden hicieron un buen negocio, entendiendo por buen negocio el beneficio personal o social, aquellos que se quejan hicieron un mal negocio, entendiendo por mal negocio el daño personal o social.

El pueblo merece libertad, seguridad, una economía sana derivada de ingresos justos, una salud pública garante de bienestar y un sistema educativo incluyente, eficiente y eficaz, esos merecimientos derivan de las garantías individuales de nuestra constitución, pero termina siendo víctima de sus propias negociaciones. Entre los merecimientos propios de todo ciudadano y sus decisiones o negociaciones, se asoma la realidad, esa realidad de 18 mil homicidios dolosos en promedio por año, en los últimos 12 años.

Homicidios, secuestros, extorsiones y robos representan el copete de la impunidad por su alto impacto, sin embargo, el recipiente estadístico de la conducta delictiva solo almacena parte de las negociaciones de los mexicanos en las urnas. Lo demás se llama condición humana, es decir, no todo es responsabilidad de los gobernantes.

En la pirámide gubernamental, desde el presidente hasta el servidor público más modesto, entendiendo por más modesto al de salario más reducido, existen áreas de oportunidad para que los mexicanos obtengan lo que merecen o vivan el producto de su negociación.

En el canto de los mudos, los que compraron boleto no tienen derecho a quejarse por los berridos; son víctimas de su negociación. Asimismo, en el ejercicio del poder gubernamental, los que pusieron a sus gobernantes que no se quejen; eso compraron.

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