Por David Uriarte

La semana que concluyó ayer, dejó mucho de qué hablar, si se trata de la economía, los empresarios sinaloenses están resintiendo la ola de violencia, especialmente en los municipios del centro del estado, en especial Culiacán, la Cámara Nacional de la Industria de Restaurantes y Alimentos Condimentados de Culiacán (CANIRAC), refiere caída de las ventas a niveles inesperados, de tal manera que las bajas de empleados y la amenaza del cierre de algunos negocios afiliados es inminente si las cosas no mejoran en materia de seguridad pública.

Si los empresarios en general lamentan la caída de las ventas, el sistema educativo también está lastimado, la educación pública y privada está tocando el territorio de la enseñanza en línea con las limitantes propias de una comunidad estudiantil que no siempre goza de Internet, no siempre tienen los instrumento o herramientas necesarias como dispositivos celulares, tabletas, laptop, o computadoras de escritorio para interconectarse con sus maestros quienes a su vez también tienen sus limitantes tecnológicas.

Comercio y educación son áreas damnificadas por las condiciones de violencia, sin embargo, la salud pública y privada también se ve afectada, el ausentismo del personal de la salud, es la respuesta ante el miedo, la ansiedad, los ataques de pánico, y el estrés postraumático propio de una sociedad que se ve atrapada ante el fuego cruzado súbito.

Lo dicho por muchos, las víctimas colaterales, los inocentes, aquellos que nada tienen que ver con los grupos rivales, aquellos que se encontraban en el lugar equivocado en el momento equivocado, en este caso surge una pregunta ¿Estar en tu casa es el lugar equivocado? Tal es el caso del hombre joven que fue asesinado en su departamento el sábado pasado cuando las fuerzas del orden rodearon los departamentos de la zona aledaña a la Plaza Cuatro Ríos; una viuda y una niña de ocho meses huérfana, es el informe del parte de novedades que recibe la sociedad.

Entre la venta de una imagen tranquila y la realidad, la respuesta de la sociedad es obvia, maestros con miedo, alumnos con miedo, padres de familia con miedo, transeúntes con miedo, pero obligados a transitar de sus casas a sus trabajos, en la medicina privada y pública, cancelación de citas por miedo, sólo las enfermedades mentales al alza.

Mucho de qué hablar.