Por David Uriarte /

En la perversidad hay intención, esa es la diferencia entre culpa y dolo; en la perversidad hay voluntad, hay conciencia, hay motivación… las personas perversas se gozan en la desgracia del otro, muchos perversos caminan a nuestro lado sin ser descubiertos o detectados.

La perversidad descansa y se alimenta en la mente, por eso es difícil a veces reconocerla a tiempo, el grado de perversidad varía según los alcances personales, es decir, hay de perversidades a perversidades y de perversos a perversos.

Hay hombres y mujeres perversos -aunque prevalece más la mente perversa masculina-, desde evitar el triunfo a los demás instrumentando acciones para tal efecto sin lastimar o dañar su integridad física… hasta evitar el triunfo a los demás instrumentando acciones y haciendo uso de las instituciones para ponerlo fuera de combate: recluirlo en una celda, procesarlo y sentenciarlo para invalidar sus deseos, o incluso simular un accidente para que pierda la vida.

Una mente perversa puede ir acompañada de mucha inteligencia intelectual, la perversidad no está peleada con el conocimiento, la perversidad puede ser el diablillo que dirige el ego personal.

Todos los días caminamos entre mentes perversas y mentes bondadosas, el perverso es resentido, el bondadoso agradecido; tu padre, tú, o tus hijos están bajo el espectro de la perversidad o la bondad. ¿Puede una persona perversa engendrar hijos bondadosos? ¿Puede una persona bondadosa engendrar hijos perversos? En ambos casos la respuesta es SÍ.

La naturaleza es la suma de todas las variables existentes, la genética es la mezcla de la historia de los padres, nunca se sabe en qué momento los genes responderán a las molestias de las drogas consumidas o simplemente por alguna razón desconocida se expresarán de forma no deseada y darán como resultado cerebros con mentes perversas.

También existe la posibilidad del aprendizaje, las mentes se pueden cultivar igual en el ejemplo bondadoso de los padres que en el ejemplo perverso de los mismos: personas vemos, mentes no conocemos.

Las mentes perversas aparecen en todos lados, en todos los ámbitos de la vida, desde la persona encargada de barrer las instalaciones públicas, hasta la persona que dirige el destino de un pueblo o un país; desde la persona que se hinca a pedir, hasta la persona que da la indulgencia.