Por David Uriarte /

Aunque hay una simbiosis entre la clase obrera y la patronal donde ambos se benefician, existe una diferencia diametralmente opuesta en las formas de pensar: mientras el obrero busca llevar lo básico indispensable a la mesa de su familia; el patrón piensa en evitar, sortear, o incurrir en la menor carga impositiva. La tributación ante el gobierno no sólo es pagar impuestos, debe cumplir con el pago ante el Seguro Social, donde va implícito el pago a instituciones como el INFONAVIT.

Las empresas están reguladas para su funcionamiento por autoridades sanitarias, Protección Civil para la seguridad de clientes y empleados; el municipio a través de Obras Públicas por el uso del suelo; CFE para la regulación y uso de la energía eléctrica; uso de los servicios básicos y control de los desechos tóxicos en caso de existir, en fin… Son una serie de requisitos a cumplir por la clase empresarial.

No todo es abrir un negocio como tal, se deben cumplir con todas las regulaciones que establece el gobierno para cada giro comercial, empezando por la seguridad social de los empleados.

La mente del empleado descansa en la seguridad de su ingreso y en la protección personal y de su familia por sus beneficios sociales como el servicio de salud, el derecho a la vivienda, vacaciones, y una serie de prestaciones inherentes a su desempeño laboral.

La mente del patrón tiene otros recovecos, espacios donde el pensamiento del patrón visualiza temas específicos como ingresos, gastos y ganancias o pérdidas, la operación de cualquier negocio necesita mano de obra. Dicho de otra manera, recursos humanos para operar en búsqueda de la ganancia después del pago de sueldos y salarios, más los gastos operativos propios del giro comercial.

Mientras los negocios sean fructíferos y se mantengan en números negros, los patrones viven felices, el problema para ambos, obreros y patrones, aparece cuando el negocio deja de ser negocio, cuando los números rojos aparecen a través de las deudas, cuando las obligaciones fiscales no se pueden cumplir, cuando la nómina no se alcanza a pagar, cuando la carga social tampoco se alcanza a cubrir, cuando las deudas a proveedores merman la operación diaria del negocio, en fin, cuando el negocio deja de ser negocio para convertirse en problema.

Tanto la mente del patrón como la del obrero buscan el mismo destino: bienestar, aunque por caminos distintos.