Por David Uriarte /

El presidente López Obrador tiene una memoria privilegiada, se acuerda de todo o casi de todo, el asunto es cómo procesa sus recuerdos; en imágenes que le producen placer, o imágenes que le generan odio, rencor y resentimiento.

La respuesta es obvia, depende. Depende de la carga emocional que anidó en el momento del suceso, por eso, al traer al presente el pasado, el Presidente no puede evitar la transformación de su rostro, aunque es bueno para la ironía, tal es el caso del mensaje que le envía al expresidente Calderón desde la tranquilidad de su patio boscoso.

Tanta memoria hay en los protagonistas de esta historia, que Felipe Calderón le dice al presidente López Obrador –que ya supere la derrota del 2006–, y el presidente le contesta –que busque ayuda en el extranjero–, refiriéndose al rechazo del INE al nuevo partido “México Libre”.

La memoria de ambos, está repleta de historias que sólo ellos conocen, esto es propio de cualquier humano con buen funcionamiento cerebral, la diferencia es que no cualquier humano representa o gobierna un país… Aquí subyace la diferencia entre estas memorias y estos rencores, memorias que tienen que ver con la seguridad nacional, su economía, la salud pública, y decisiones difíciles.

La memoria del Presidente tiene una fijación por ciertas figuras de la política nacional, el expresidente Carlos Salinas es la fuente de su inspiración cuando habla de corrupción y neoliberalismo, todo indica que le quedó una marca emocional asociada con ciertos actos del entonces presidente.

Lo mismo le pasó con Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto. Sin duda, una marca emocional que se llevará hasta la tumba es la relativa a su desafuero en 2004 y 2005. Una cosa es que no se le olviden al presidente ciertos episodios de su vida política, y otra cosa es que arrastre rencores cuya válvula de escape es la oportunidad de vengarse de forma velada como una forma de curación o sanación de sus heridas emocionales.

Todos los actores políticos que en su momento se rieron, lastimaron, denostaron, burlaron o incriminaron al hoy presidente, tienen un lugar en la memoria y pueden ser la fuente de sus rencores.