Por David Uriarte /

Los jueves negros ya pasaron a la historia, hoy martes el cielo de la seguridad publica se puso gris, se encendieron las alarmas informativas y desde las ocho de la mañana los disturbios en la sindicatura de Villa Ángel Flores y Villa Adolfo López Mateos, sembraron miedo, las confluencias norponiente de los municipios de Navolato y Culiacán fueron testigos del trabajo de las autoridades de seguridad y la respuesta defensiva del crimen organizado.

Los hechos delictivos terminan enseñando a la sociedad las áreas vulnerables que representan una ventana de oportunidad para las familias y el gobierno, las familias envuelven en su seno la crianza de los hijos, los padres buscan salir de la pobreza, buscan mejores oportunidades y a veces lo mejor para ellos no es lo mejor para los demás, el gobierno mantiene operativos preventivos cuyo costo social puede ser alto si se salpican con sangre o pérdidas materiales.

Sinaloa se había mantenido tranquilo en comparación con estados como Tamaulipas, Michoacán, Zacatecas, Guerrero, Veracruz, Aguascalientes, Jalisco, y Chiapas, la cuota de homicidio y delitos de alto impacto se ha mantenido por debajo de la media nacional, sin embargo, hoy vuelve a ser noticia a nivel nacional.

Hasta el momento no se reportan víctimas mortales, no se ha disparado un sólo tiro, solo la presencia de las fuerzas de seguridad pública encabezadas por la Secretaría de la Defensa Nacional, la Guardia Nacional, la Secretaría de seguridad pública estatal, y de forma discreta la presencia de la policía municipal.

Sí hay pérdidas materiales, camiones de carga utilizados para bloquear los caminos y vehículos dañados por los poncha llantas, el objetivo dio resultados al ser decomisados vehículos robados según las declaraciones del titular de la Secretaría de Seguridad Pública Estatal, se habla de y se muestran las imágenes de dos patrullas clonadas.

Lo más preciado es la vida y la integridad física de las personas, cuando éstas se ponen en riesgo, la conciencia social se altera, el miedo ronda las calles y los hogares, la actividad comercial vive en la incertidumbre, y el discurso social coincide en el peligro que se revive y evoca el pasado inmediato de un estrés social postraumático.

Seis horas después del operativo, todo vuelve a la “normalidad” aunque la tranquilidad emocional tardará días para regresar.

Cualquier día gris o negro, sólo muestra la realidad que se vive.