Por David Uriarte /
Desde hace unas semanas, el nombre de “Jesús” es el centro de la comidilla de los monólogos y diálogos políticos en Sinaloa. Desde Jesús Vizcarra, hasta Jesús Valdés, pasando por Jesús Estrada Ferreiro y otros más… han estado en las fichas del tablero político y en las manos de las pitonisas que presagian las vísperas del año electoral.
Los vectores políticos interconectan a los tres involucrados: Jesús Vizcarra fue presidente municipal de Culiacán del 2007 al 2010; Jesús Valdés lo fue del 2016 al 2018; y Jesús Estrada por lo pronto será el presidente municipal del 2018 al 2021.
Lo curioso es que, en esta triada, el “compadrito” no es compadre de los compadres –y no es trabalenguas–. Al que le apodan o le dicen sus amigos “compadrito”, le han crecido los enanos, es decir, los incondicionales que decían traer tatuado al PRI ahora sienten urticaria cuando se les asocia con ese partido y eventualmente desconocen a su líder estatal.
De senador hacia abajo, pasando por los diputados federales, locales y algunos líderes municipales, se percibe una lucha por el poder y control político del partido del “Chuy”. La máxima de divide y vencerás, ha contaminado el ambiente por los rumbos de Comité Directivo Estatal del PRI en Sinaloa, Chuy Valdés tiene ubicados a los traidores, aquellos que su partido ha cobijado, impulsado, promovido, y entronizado.
Entre la incertidumbre de vivir a la espera de las señales y apoyos de quien en teoría debiera dar todo el apoyo al presidente del PRI estatal, los traidores que saben de su traición y los traidores que creen que no los han descubierto, el Chuy Valdés grita en el desierto: trabaja todos los días, recorre todo el estado, pone el lomo ante las críticas de propios y extraños, pero sobre todo, mantiene una tensa calma que puede fracturar incluso su salud física y mental.
Perder el poder y no tener dinero, son dos condiciones que mantienen el ánimo de los priistas por el suelo, sin embargo, todos los días el Chuy Valdés se la juega con estrategias de papel, con buenas intenciones, con la fortaleza que le dan sus verdaderos amigos y su equipo de confianza. Los traidores se agarran de la mano, sonríen, se toman la foto y buscan su propio bien.