Por David Uriarte /

 

Todos los gobiernos municipales se distinguen por algo, parece que el de Estrada Ferreiro será por los topes. La complejidad de una ciudad es proporcional a su crecimiento y desarrollo, una ciudad como la capital sinaloense donde un millón de personas generan necesidades de transporte y vialidad, es una ciudad convulsionada cuando se obstruyen las principales vías “rápidas”.

La intención es buena, se busca privilegiar el flujo y la movilidad peatonal, sin embargo, el método o la forma de lograr el objetivo obstruye el dinamismo propio de la circulación vehicular.

Es un tema de cultura y de alternativas reducidas, de planeación miope por él, o los encargados de obras públicas como el parque acuático, o de intentar reducir el riesgo de accidentes de tránsito donde se involucran peatones y personas de la tercera edad como en el caso de los hospitales de concentración o las escuelas con alto flujo peatonal como Ciudad Universitaria.

Una cosa es la planeación y otra la lógica y el sentido común, las ocurrencias pueden ser baratas, técnicamente validas, pero el impacto social o la relación costo beneficio puede ser fatal desde la óptica política.

Una cosa es vender cobijas en el tiempo de frío y otra en el tiempo de calor, las necesidades dependen de las circunstancias, y el flujo vehicular no es el mismo en vacaciones que en temporada escolar que por cierto ya se avecina.

Ya no es la época de privilegiar la frase “las letras entran con sangre”, no son tiempos de imposiciones, hoy es la época del diálogo, de la democracia, del respeto a todos los integrantes de la ecuación social, no son momentos de forrar el garrote con el papel lustre de “es un acto de gobierno”.

Por lo pronto, la percepción de los automovilistas que transitan por las vialidades con topes reductores de velocidad es de incongruencia técnica, y si las matemáticas no mienten, cuando el flujo vehicular aumente o se duplique, las zonas de los famosos topes producirán caos vial.

No es momento de confrontación o medición de fuerzas políticas, es momento de construir acuerdos, de no insultar a la inteligencia social, y de escuchar a los que mantienen la nómina del municipio.