Por David Uriarte / 

Hace una década eran los reyes del poder político en Culiacán, ejemplo de unión y compromiso para construir proyectos de largo plazo, una hermandad sellada por la disciplina, una protección fanática entre ellos, y hoy: la envidia los fracturó.

El síndrome de Caín y Abel describe los alcances perversos de la envidia, las justificaciones personales transformadas en acciones terminaron debilitando un tejido tan fuerte como el mismo poder en su momento, hoy tan débil que pudiera escribirse una novela cuyo título sería “los mendigos del poder”.

Autodenominados “Grupo Culiacán”, eran más que una promesa, una realidad, unos en el Municipio, otros, en el Congreso Local, otros en el Congreso Federal, todos ligados al poder político de primer nivel, conectados con las cúpulas empresariales, con una capacidad de negociación y resolución extraordinaria, sin embargo, hoy deambulan por los callejones de las oportunidades buscando subirse al carro y sentarse al volante.

Una cosa es la pobreza política o moral, y otra la pobreza económica… si algo puede presumir este fracturado grupo es el poder económico, unos más y otros mucho más, gran habilidad social, incluso, muchos de ellos tienen “don de gentes”.

El guión estaba escrito para las distintas posiciones políticas de cada integrante, ─tú primero, tú después, tú al congreso, tú a una secretaría, tú a la CDMX, tú a los negocios, no te preocupes ya está hablado─… Lo que nunca contemplaron fue la condición humana y los ‘padrinazgos’, la condición humana que puede expulsar en la conducta lo impensable de las miserias terrenales, y los padrinazgos que se pueden acabare de la noche a la mañana.

Estas dos condiciones, más el contexto social, pusieron a prueba los acuerdos sellados por la sangre de la confianza y la amistad. Con el tiempo, el brillo de unos encandilo a otros, esto promovió el síndrome del cangrejo mexicano que consiste en obstruir o no dejar que otro avance.

Los grupos de poder son un referente cuando sus integrantes cumplen las promesas y los pactos, la envidia es el cáncer que mata esperanzas y convierte mendigos donde había potencialidad y riqueza.