Por David Uriarte /

Como en muchas tareas o responsabilidades, los mejores días son dos: cuando se empieza y cuando se termina, el primer día y el último.

El primer día es el inicio de una etapa de poder, se encarna una especie de inmunidad mezclada con admiración, respeto, expectativas, retos, sueños, hasta fantasías, son momentos donde los verdaderos compromisos con él, los suyos y la sociedad, aparecen en la mente del gobernante.

Conforme pasa el tiempo, las cosas se complican, los éxitos se dimensionan con instrumentos de medición distintos, es decir, mientras el equipo de gobierno percibe grandeza en las obras y acciones, alguna parte de la sociedad percibe todo lo contrario.

El brillo del éxito de cualquier administración de gobierno, se ve opacado por las desgracias naturales o sociales: un fenómeno natural como un ciclón, puede dejar en ruinas ciertos poblados, derribar puentes o trozar vías de comunicación, doblegar postes del fluido eléctrico dejando a obscuras a familias o instituciones, y lo peor, las desgracias por las pérdidas de vidas humanas.

El buen desempeño de cualquier gobierno municipal, estatal o federal, se puede venir al suelo cuando la violencia enlútese familias, cuando las extorsiones desalientan la inversión, los secuestros inyectan miedo a la clase pudiente, los comerciantes temen por su vida, seguridad, y patrimonio.

Estas condiciones de vida social ponen en la pared de los acusados a cualquier gobernante, aunque tenga que salir a desmentir ante la evidencia, o hilvanar información adicional para matizar el impacto mediático de la realidad… Esos son días difíciles para cualquier gobernante, no importa el orden de gobierno que represente.

Aun con todas las críticas que puedan enfrentar exgobernadores como MALOVA o Quirino en Sinaloa; expresidentes como Peña Nieto, Felipe Calderón, o Fox; expresidentes municipales de Culiacán como Estrada Ferreiro, Sergio Torres, Aarón Rivas, Jesús Valdés, o Jesús Vizcarra… están fuera del foco de presión política, hoy se dan cuenta de la diferencia de “ver los toros desde la barrera”, los mejores y los peores días del poder, ya pasaron.

Los mejores y los peores días para la presidenta electa están por venir, con el calor de la realidad en México, cualquier gobernante que ya probó las mieles del poder, sabe que la amargura tocará en algún momento el paladar de su conciencia… serán sus peores días.