Por David Uriarte /

Faltan pocos días para el arranque oficial de las campañas políticas, aún quedan dos semanas para juntar más lodo y batirlo con la creatividad propia de los mexicanos en general y de los estrategas políticos en particular.

Los atributos negativos serán engrandecidos, la difamación puede estar presente, las verdades a medias no pueden faltar, la exhibición de la vida personal, las infidelidades, las separaciones, los divorcios, las faltas administrativas, la vida privada, la vida secreta, la vida pública, las denuncias sociales, denuncias ante la fiscalía general, los supuestos, las mentiras, las injurias, las extorsiones, en fin, las estrategias mediáticas con el objeto del desprestigio será la constante en casi todas las campañas políticas; ojalá no sea cierto.

Existen muchas formas de hacer campaña a favor o en contra de un candidato ¿Qué quiere el candidato? Que lo conozcan, confíen en él, y voten por el ¿Qué quiere su contrincante? Desprestigiarlo, acotarlo, reducirlo, eliminarlo, y que no voten por él ¿Qué quieren los electores? Un candidato confiable, simpático, comprometido, un candidato en quien puedan confiar y depositar su esperanza, cualquiera que sea.

Una cosa es el poder político y otra el hambre de tenerlo, del tamaño o intensidad del hambre es el alcance de las acciones para obtenerlo a cualquier precio, esto se verá a partir del primero de marzo, cuando arranquen formalmente las campañas en búsqueda del voto para legitimar su espacio en el gobierno o en la representación.

El lodo político puede salpicar a los candidatos, sus colaboradores, simpatizantes e incluso sus familias, puede contaminar la vida social y fracturar las relaciones más sólidas de amistad y parentesco, las intenciones de la competencia siempre será la neutralización o la nulificación, nadie piensa dejar en el camino 90 días de su vida por un espacio inalcanzable, a menos que forme parte de la estrategia política y se convierta en mercenario del quehacer político.

Los avances tecnológicos, especialmente la inteligencia artificial, tendrá un espacio importante en el proceso electoral, descubrir las diferencias entre la realidad construida y la realidad real, será tarea sumamente difícil, los expertos buscarán a como dé lugar, convencer con su estrategia mediática, el marketing político tendrá toneladas de lodo para desparramar.

A muchos, el pasado los alcanzará.