Por David Uriarte /

El partido en el poder, sus militantes, simpatizantes e interesados, vienen de escuelas parecidas, todas buscan el control, el dominio, quieren tener a la oposición lo más disminuida posible, el concepto de contrapeso o equilibrios, forma parte del dogmatismo opositor, cuando se es gobierno, la óptica cambia, se aplica el principio de que el poder se ejerce y la responsabilidad se comparte.

La militancia del partido en el poder no es nueva, una cosa es el movimiento de regeneración nacional y otra el partido MORENA como parte de la evolución natural con todas sus prerrogativas que les la ley les da, la izquierda es la mano que mece la cuna de una oposición fortalecida hace treinta y cinco años cuando estuvo a punto de ser gobierno con Cuauhtémoc Cárdenas, fracturada tiempo después para dar paso a MORENA y hoy extinta.

La militancia de MORENA está compuesta por miembros de la vieja izquierda como su fundador, de tropa ideológicamente activa, y de ideólogos que desde hace veinte o veinticinco años vienen ocupando cargos en el gobierno en o en los congresos locales o federales.

Los simpatizantes de MORENA son cada día más, el ciclo del PRI parece haber llegado a su fin, y el del PAN se está tambaleando, los partidos satélites se han acomodado bastante bien, se han posicionado de tal forma que bajo la sombra de MORENA han cobrado vida y rentabilidad política.

Mención aparte merece el tema de los interesados en pertenecer al partido en el poder, políticos acabados, desplazados, comprometidos, o con un pie en la cárcel, han preferido traicionar sus “principios” y ponerse a las órdenes del poder, son inteligentes porque ven en MORENA su salvación, reciben más amparo del partido en el poder que del Poder Judicial de la Federación.

La proporción de nuevos morenistas puede ser equivalente a la proporción de la desbandada de los miembros o simpatizantes de los partidos de la oposición.Otra proporción importante y significativa es la relativa a cuadros importantes de MORENA que antes militaron en el PRI, el PAN, o en el extinto PRD, donde aprendieron el arte de hacer política, por eso, lo que bien se aprende no se olvida.

Lo que bien se aprende se pone en práctica, y lo que da resultado se multiplica, este es el principio aprendido por la militancia del hoy súper-poderoso partido en el poder, como en su tiempo lo fue la famosa aplanadora.