Por David Uriarte /

Todas las crisis dejan algo bueno, la pandemia dejó al descubierto la realidad de los sistemas de salud en el mundo y lo vulnerable de la población ante minúsculas moléculas como los virus, esto hace más eficientes a los sistemas de salud y más precavidos a los humanos.

La crisis energética deja enseñanzas de lo que no hay que hacer y a su vez promueve los talentos para la innovación, ahora la tendencia es hacia las energías limpias, los carros eléctricos serán a partir del 2030 el ochenta por ciento del parque vehicular doméstico e industrial en el mundo.

La crisis política en cualquier gobierno genera cambios en los ejes de atención social, en México, el nuevo régimen político está haciendo cambios profundos en las áreas del desarrollo humano, después del 2018, la sociedad no será la misma, para el 2024 habrá experimentado cambios profundos en las políticas públicas. Estas crisis producto de ópticas distintas en la clase gobernante, harán una sociedad más consciente, más participativa, menos conformista, sabrán lo que significa la democracia participativa, entenderán el precio que pagan por la mediocridad cívica del abstencionismo, sabrán cuánto cuesta un voto y la dimensión de su importancia.

La sociedad es libre de tener el gobierno que elige, los que votan eligen y los que no votan también eligen, los que no votan se suman de manera tacita a los que sí ejercen su derecho al voto, por eso, a veces la minoría encarna a la mayoría como respuesta a su abulia cívica.

La crisis de credibilidad en un régimen de gobierno pone a prueba los paradigmas arrastrados por una sociedad cuyos partidos políticos en el poder envejecieron igual que sus ideas, los nuevos paradigmas del reciente partido en el poder, contrastan como contrastan las nuevas generaciones con las que les anteceden.

La dinámica de la democracia produce remolinos de opiniones, ideas difíciles de romper e ideas difíciles de asimilar, eso es importante, pero lo urgente va más allá de las posturas dogmáticas o las creencias políticas, lo urgente es construir un México seguro, dejar de leer las notas escalofriantes donde el baño de sangre es la constante ante la mirada indiferente de una postura ideológica más que engañosa, convencida de que no pasa nada.

En esta lógica, la crisis de seguridad debe producir en el gobierno y la sociedad alternativas de solución viables y urgentes: esperemos.