En algunas ocasiones más de alguno nos hemos refugiado en la comida, pero cuando esto se convierte en un hábito, se puede convertir en imparable, y es cuando se comienza a depender totalmente de la comida para satisfacer nuestras necesidades emocionales, por ello es importante en estas fechas de diciembre prestar atención y no convertirnos en comedores emocionales, destacó el psicólogo de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), Ángel Daniel Díaz Sáinz.
El docente e investigador de la Facultad de Ciencias de la Nutrición y Gastronomía mencionó que para comprender la alimentación desde el enfoque de la influencia de las emociones, se debe tener en cuenta que nosotros creamos una relación entre alimentación y sensaciones positivas, ya que ante una momento que nos resulta desagradable como el hambre, al satisfacernos se desatan emociones gratas por lo cual ante alguna condición que no se relaciona con la satisfacción del hambre propiamente, se recurre a alimentarse como un método que genera bienestar.
Recalcó que el peor de los escenarios no es la emoción que se experimenta al comer, sino el deficiente control que se puede tener sobre ella, y que en estos casos desencadene un trastorno alimenticio, y padecer alguno de ellos conlleva varias consecuencias, las cuales generan grandes disrupciones en la vida cotidiana, afectándola profundamente.
El psicólogo universitario señaló que dentro de las consecuencias que se presentan en cualquier tipo de trastorno alimentario, se puede encontrar irritabilidad, vergüenza, culpa, síntomas depresivos o depresión, excesivo cansancio, problemas en el dormir, así como aislamiento progresivo.
Por lo expuesto, el especialista destacó que resulta de gran importancia aprender y poner en practica hábitos adecuados de alimentación, por lo que es fundamental mantenerse y comprender que la alimentación puede resultar como una solución temporal para manejar las emociones, ya que comer de forma inadecuada se convierte en la única herramienta que utilizamos y los resultados que trae consigo, a largo plazo, pueden ser perjudiciales.