Por David Uriarte /
Hablar, decir, expresar, escribir, exhibir, o manifestar una idea, pensamiento, opinión, punto de vista, o creencia, es un derecho humano.
La civilidad se mide por una función ejecutiva del cerebro que se llama juicio, capacidad para discernir, distinguir, o comparar entre una cosa y otra, entre lo que gusta y lo que no gusta, entre lo que atrae o se rechaza, sin embargo, el juicio no implica necesariamente razones, implica el camino más corto rumbo a la empatía.
La libertad de expresión puede complicarse cuando se aleja de la descripción para meterse al terreno de los juicios personales que pueden ser diametralmente diferentes a los demás, aun así, el derecho a disentir prevalece.
La razón puede convertirse en el centro de las diferencias en tanto, cada quien construye la propia, la defensa de la razón puede meter a las personas en laberintos irreconciliables, sin embargo, siempre hay un camino para llegar a un lugar de tranquilidad, ese camino se llama respeto.
La libertad de expresión en un cerebro sano es la manera de acercar diferencias, fortalecer coincidencias, y mantener un clima de respeto mutuo.
Las creencias, por más irracionales que sean, tienen derecho a conocerse, a expresarse, a manifestarse sin que esto implique una imposición como si se tratara de una ley o norma que todo mundo debiera cumplir.
Hace años, en el tiempo de la esclavitud, era imposible expresar necesidades o pensamientos diferentes al de los dueños o jefes, hoy, las cosas han cambiado para bien, cualquier persona puede expresar sus pensamientos y creencias al margen de su racionalidad o aceptación, esa es la libertad de expresión.
La especie humana es la única que puede, a través del lenguaje, expresar su racionalidad, su capacidad de abstracción para demostrar razones y creencias, es precisamente a través de las diferencias que aparece el análisis y las conclusiones derivadas del proceso de pensamiento.
Todos los días se debe promover el derecho a la libertad en todos los sentidos, especialmente en la expresión de ideas y pensamientos, es eso precisamente lo que enriquece la universalidad y pluralidad de la vida en general.
La libertad de expresión debe promoverse desde el seno de las familias, es una forma de construir puentes entre las diferentes formas de pensar.
Se puede estar de acuerdo o no en la forma de pensar, esa es otra cosa.