Por David Uriarte /
Nuevamente se confirma, “quien hace la ley hace la trampa”, de que sirven los plazos y términos para el ejercicio de cierto cargo o encargo si con la mano en la cintura se disuelve el compromiso.
Hay muchos antecedentes en Sinaloa de cómo se cumplen los caprichos saltando de manera espectacular los preceptos legales, basta recordar lo que pasó con el entonces titular de la Auditoria Superior de Estado que había llegado con toda la fuerza del Congreso, por unanimidad se aprobó su designación y por unanimidad se aceptó su renuncia.
El caso reciente, el titular de la Fiscalía General de Sinaloa, Juan José Ríos Estavillo, en el documento que envía al H. Congreso del Estado hace una disertación que envidiaría Miguel de Cervantes Saavedra, no deja a nadie sentido y sale por la puerta de atrás dando cumplimiento a las intenciones del poder supremo.
Aunque la ley fije plazos para el desempeño de los encargos, siempre hay una salida justa y legal que permite el verdadero tránsito y movilidad del poder político.
Lo irrenunciable legalmente no soporta intereses personales, enfermedades mentales o incurables, envueltas en la sabana del deseo del que manda, esa es la esencia del poder político.
Es un arte la forma de operar las condiciones por donde transita la voluntad, es decir, ¿cómo convencer al corrido, al que no encaja en el proyecto nuevo, al erudito en la materia? Como se dice comúnmente “machetazo a caballo de espadas” … ¿Cómo decirle: “te vas porque te vas”? ¿Y la ley? Este es el arte de tomar el trago amargo sin hacer gestos.
Detrás del arte está la magia del convencimiento y la negociación, los costos políticos implican costos económicos, excepto que se tenga una carta que exhiba al renunciante como trasgresor de la ley, corrupto, o cómplice de conductas que tipifican delito grave.
Algo parecido al divorcio sin causa, basta la voluntad de una de las partes para proceder al juicio y dar por terminado el contrato; en este caso, basta con que no encajes en el proyecto y “te vas porque te vas”, no importan los títulos o grados académicos, lo que importa es que formes parte del movimiento que pretende regenerar a la nación y punto.