Por David Uriarte /
La realidad no cambia, la percepción sí. Personas, parejas, familias, empresas, y gobiernos, buscan construir una percepción sana, una percepción favorable, una percepción adecuada al deber ser, aunque detrás de esa imagen, la realidad sea distinta.
Hay gobernantes extraordinarios en su desempeño político administrativo, pero la percepción social es diferente, algunas personas tienen la percepción de que todos los políticos son deshonestos, corruptos, indiferentes, simuladores, mentirosos, rencorosos, agresivos, arrogantes.
Sin embargo, la generalización no aplica ni en este ni en otros casos. Hay políticos y gobernantes honestos, incorruptos, empáticos, comprometidos, serios, simpáticos, sin embargo, la percepción social puede inferir que son faltos de carácter, faltos de liderazgo, o limitados en el desempeño de sus responsabilidades.
La percepción puede enaltecer o devaluar a la persona, esto puede estar lejos de la realidad, pero al final, percepción es realidad, aunque no sea cierto o verdad.
La percepción que se tiene de una persona rica, siempre estará asociada al origen obscuro del dinero, esfuerzo y sacrificio pasan a un segundo término, excepto que la trayectoria sea socialmente conocida en el tiempo.
La percepción de la riqueza asociada al narcotráfico también es frecuente, alrededor de la realidad y la ficción se tejen muchas historias, la capacidad imaginativa de muchas personas les da para confeccionar historias o imágenes sacadas de una mente hábil para modificar la realidad y transformarla en percepción.
Temas como la seguridad, tienen perspectivas distintas entre el gobierno y la sociedad, mientras el gobierno trata de construir una percepción se seguridad, la sociedad a través de las redes sociales deja constancia de una realidad envuelta por la inseguridad y la violencia.
El sistema de salud es otro tema donde hay guerra de percepciones, mientras la parte oficial quiere vender la idea de abasto en insumos y medicamentos, la percepción de los derechohabientes es contraria, por lo menos diferente.
La economía corre la misma suerte en la guerra de percepciones, el gobierno tratando de construir una percepción de una fortaleza económica, mientras la migración se convirtió en una de las principales fuentes de ingresos a través de las remesas, esta percepción va cambiar con la política de Trump.