Por David Uriarte /
Más que una palabra o una carta de baraja, la muerte es un concepto que asusta a muchos y acecha a todos. La única condición para morir es estar vivo, muchos dicen estar muertos en vida. Mientras llega lo inexorable para la vida, hay una condición importante: la salud.
No se puede hablar de calidad de vida sin hablar de salud física y mental. Hay muchas personas viejas y sanas, otras viejas y enfermas, otras jóvenes y sanas y unas más jóvenes y enfermas.
Contra el tiempo no se puede hacer nada, pero a favor de la salud mucho; tanto jóvenes como adultos mayores -para no incomodar a los que no soportan la palabra viejo- se enfrentan a la degeneración propia del cuerpo, el desgaste biológico de la edad, y al riesgo de perder además la salud mental.
Entre viejo y feliz o joven y triste, es mejor lo primero, el sentido de vida es un riel o una guía por donde caminan los pasos y los pensamientos. Cuando las personas deprimidas buscan ayuda profesional, invariablemente han perdido el sentido de vida, han perdido el propósito de vida y sólo les quedas refugiarse en la tristeza de sus pensamientos y en el nicho de su propio olvido.
Al deprimido no lo olvidan los demás, se olvida a sí mismo, se vuelve insípida su vida, busca en la luz del día la felicidad que otros le recomiendan y el no ve, encuentra en la oscuridad de su noche los pensamientos amenazantes como aguijón de la muerte física, emocional o ambas.
Mientras la muerte llega por cualquiera de las vías, hay que conservar hasta donde sea posible la salud y la felicidad. La salud tiene que ver con estilo de vida, y la felicidad con estilo de pensamiento, de nada sirve tener literalmente vida y salud si los pensamientos son fuente se tormento y sufrimiento.
Conforme los días transcurren y se acerca el fenómeno de la muerte, el mejor acompañante hasta esa puerta se llama felicidad, es el estado de ánimo que logra resignificar la vida y sus complicaciones, aleja el rencor que corroe al bienestar-
En fin, la felicidad se construye en una mente sana, en un cerebro alimentado por pensamientos positivos. La muerte es la última ficha del domino de la vida, la última carta de la baraja, la única puerta al final del túnel de la vida. Como dice un amigo mío, se feliz.